El pasado 6 de mayo en la columna Jueves Político, que publica El Equipo en Diario de Colima, se hacen comentarios referentes a mi persona, a mi gobierno, a mi carácter de exgobernador y también a mi desempeño como analista político en el periódico Diario de Colima.
Al respecto, hago las consideraciones siguientes:
El Equipo aseguró:“AL MORIR GUSTAVO en febrero de 2005, el proceso de sucesión se les va de las manos a Moreno y al entonces secretario general de Gobierno, Arnoldo Ochoa González. El primero no usó adecuadamente su facultad como delegado general del CEN del PRI que le había otorgado Roberto Madrazo, presidente nacional del tricolor, para decidir quién sería el candidato. No fueron Silverio Cavazos ni Martín Flores, diputados locales, quienes ganaron esa batalla como presumían, sino que Fernando y Arnoldo cometieron errores que los hicieron perder, al no ponerse de acuerdo entre ellos acerca de cómo operar la emergencia. El Congreso podía nombrar gobernador interino, pero no tenía el poder partidario la fracción tricolor para designar abanderado…”
1.- En mi carácter de Delegado del PRI, designado un día después del accidente donde perdió la vida Gustavo Vázquez y otros compañeros, mi papel fundamental era que sacáramos un candidato a la gubernatura que ganara la elección contra el PAN y así fue: el PRI ganó la elección con Silverio Cavazos y yo fui el Delegado del partido en ese proceso selectivo interno y en la elección contra el PAN y en política, lo que cuentan son los resultados y estos fueron, en términos electorales, favorables al PRI.
En términos de ejercicio de gobierno y de resultados en beneficio de Colima, desde luego que fueron negativos, pero esa ya no fue culpa de un servidor, pues mi responsabilidad como Delegado concluyó al ganarse la elección.
Igualmente, fue público y notorio mi distanciamiento del gobierno de Silverio Cavazos, ello me deslinda de cualquier responsabilidad de la forma como gobernó y de los resultados consecuentes; por fortuna, los aduladores y defensores del gobierno anterior, concentrados principalmente en Ecos de la Costa, todos los días publicaban que nada tenía yo que ver con dicho gobierno. Las pruebas documentales allí están.
2.- Es necesario destacar este hecho: no hubo errores en el manejo de la emergencia, como tampoco la hubo 14 meses antes, en octubre de 2003, cuando se anuló la elección, y tan no hubo errores, que aparte del dolor y la pérdida de personas a quienes queríamos y estimábamos, en ninguno de los dos casos el gobierno dejó de funcionar o se paralizó, no obstante la gravedad, desde el punto de vista institucional, de una elección anulada o de la perdida de la vida de un gobernador en funciones. En ambas ocasiones, el gobierno operó en condiciones de normalidad y el Estado no presentó síntomas de ingobernabilidad.
No obstante los dos hechos anteriores sucedidos al término de mi gobierno, no se parecen para nada a las condiciones en que quedó el Estado, las finanzas, las seguridad pública, etc., etc., al concluir el gobierno de Silverio Cavazos.
En febrero de 2005, se operó bien la emergencia, pero lo que no funcionó bien fue el gobierno que se eligió entonces.
3.- No perdimos Arnoldo y yo, y eso es lo menos importante, quien perdió fue Colima, con un gobierno producto de un accidente y que llevó a cabo una forma de gobernar cuyas consecuencias hoy se padecen.
4.- Por lo que a mí corresponde, actué de manera institucional y sobre todo, como priista institucional. Es cierto: me hubiera gustado que el gobernador que hubiera concluido el periodo de Gustavo hubiera sido Arnoldo Ochoa. En ese sentido, yo no estaba equivocado al preferir la alternativa de Arnoldo y no lo estaba por dos razones: una, durante los dos meses que fue gobernador interino, Arnoldo mantuvo la gobernabilidad, las elecciones se llevaron en orden, inició obra pública, el estado se mantuvo seguro y entregó buenas cuentas; la otra razón es muy obvia: los resultados del gobierno de Silverio Cavazos.
Pero en política no existe el hubiera y ahora, lo único cierto son los resultados negativos del gobierno de Silverio Cavazos y eso me da la razón.
Desde el punto de vista político electoral, y sobre todo en una emergencia, los militantes de un partido político y quienes toman las decisiones acerca de a quién postular, deben considerar en primer término con quién se puede ganar una elección. Eso se ponderó y la decisión que se tomo fue la correcta, desde el punto de vista del resultado electoral.
EL EQUIPO aseveró: “En un momento determinado, Arnoldo solicitó hablar a solas con Silverio. Luego de la conversación, regresaron con sus contertulios a darles una noticia, pésima por cierto: habían acordado que Ochoa sería el interino y Cavazos el candidato, a cambio de que en 2006 fuese el primero senador y luego, en 2009, postulante a la gubernatura. Arnoldo fue ingenuo, pues nunca se imaginó que el barbaján nunca cumpliría su pacto y lo traicionaría; extrañamente, Fernando acató sin chistar el convenio…”
1.- El Equipo se refiere a que antes de tomar la decisión final de quién debería ser el interino y quién sería el candidato para concluir el periodo, acordamos reunirnos en casa de gobierno, Arnoldo, Silverio, Luis Gaitán y yo y efectivamente, allí platicaron Arnoldo y Silverio y llegaron al acuerdo mencionado, mismo que Silverio y Arnoldo me comunicaron y solicitaron que lo atestiguara y avalara, y el propio Silverio me preguntó si legalmente era posible que un interino, después de haber sido gobernador, pudiere competir en una elección constitucional. En un salón contiguo estaban los licenciados Héctor Michel, Marcelino Bravo, Bernardo Santana y los abogados del Congreso, a quienes se les hizo la consulta jurídica.
Efectivamente: acaté sin chistar el acuerdo entre Silverio y Arnoldo, porque como Delegado del partido, aunque simpatizaba con que Arnoldo concluyera el periodo, quien había sido ya diputado local, diputado federal y Secretario General de Gobierno, al llegar a un acuerdo entre Arnoldo y Silverio, ya no había ninguna razón legal, ni política para que yo me opusiera, lo único que debía hacer como Delegado del Partido era prepararnos para la elección y ganarla.
Si hubiese tenido intereses personales o políticos de otra naturaleza, quizás hubiera dificultado o tratado de romper dicho acuerdo, pero por el contrario, lo hice valer contra el propio Silverio Cavazos, cuando posteriormente, en una plática que tuvo él con los panistas, le propusieron que la candidata fuera la señora Norma Galindo y entonces le expresé a Silverio que el acuerdo ya estaba tomado, que Arnoldo sería el interino y Silverio el candidato.
Recuerdo muy bien que le dije: “¿entonces no quieres ser gobernador?” y él me respondió “¿entonces qué les digo a los del PAN?”, y le respondí: “Mándalos al diablo, lo que ellos quieren es rompernos el acuerdo y que entremos nuevamente a la discusión interna, si quieres voy y se los digo personalmente”.
Cabe señalar que a seis metros de distancia estaban los panistas, con Jorge Iñiguez esperando la respuesta de Silverio en el restaurante Las Guacamayas y Silverio, Arnoldo y Luis, estaban también ahí en otra mesa y me había llamado por teléfono para analizar este tema entre los cuatro, porque incluso los panistas querían que Silverio los llevará a la casa de la señora Norma para hacerle la propuesta y yo me opuse y de eso existen testigos.
Quizás, viéndolo “a toro pasado”, ese fue un error, quizá la señora Norma hubiera sido mejor gobernadora que Silverio, pero como el hubiera no existe en política, nos quedamos con los resultados; por otra parte, la señora Norma nunca pretendió en ese momento eso y siempre expresó su respaldo a Silverio, situación que Arnoldo y yo valoramos siempre: que la señora Norma y la familia de Gustavo, en ese momento querían que Silverio concluyera el mandato y si íbamos a una elección, Tecomán era el bastión priista y nos podía garantizar el triunfo a la gubernatura.
También a toto pasado, consideramos que aunque preferían a Silverio, los hechos nos dicen que los tecomenses están sumamente arrepentidos, pues Tecomán nunca había estado peor que como quedó al término del gobierno de Silverio.
2.- Efectivamente, el Congreso del Estado nombró a Arnoldo gobernador interino, y el partido, y yo era el Delegado, postuló a Silverio como su candidato. Todo después del acuerdo entre Arnoldo y Silverio, no había razón de mi parte para oponerme a ello, como Delegado fui institucional y objetivo, prevaleció de mi parte el que quienes disputaban la postulación llegaron a un acuerdo y que así ganaríamos la elección.
3.- Si Silverio no le cumplió a Arnoldo es otro asunto y no es responsabilidad de Arnoldo. No pienso que haya sido una ingenuidad de Arnoldo o un error de su parte, haber llegado a un acuerdo con Silverio; en política, los acuerdos son necesarios, indispensables y son la razón de la política. El error no está en alcanzar los acuerdos, el error es de quien no los cumple. En política, la palabra cuenta y confiar en ella es parte de la política, sobre todo cuando se compromete como parte de un acuerdo cuyo propósito es ganar una elección y lograr la unidad interna.
Si una de las partes no cumple la palabra empeñada o simuló asumir un compromiso y lo incumple, como sucedió, el error está, repito, en quien no cumple. Arnoldo y un servidor, nos comprometimos a contribuir al triunfo de Silverio, y cumplimos la palabra empeñada.
El Equipo afirmó:“OTRO DE LOS ACUERDOS tomados entre los mencionados y los funcionarios estatales fue mantener el mismo gabinete de Vázquez, pero la noche del 5 de mayo de 2005, cuando Silverio tomó posesión, ya había incumplido el trato al cesar a varios de ellos. Moreno, en lugar de exigir el cumplimiento de los acuerdos, había escrito en DIARIO DE COLIMA, en su columna A propósito..., que él no peleaba con gobernadores, lo que se entendió como una retirada: comenzaba el ascenso de un Cavazos incapaz política y administrativamente, pero engallado, ambicioso, vengativo y perverso, y la claudicación de Fernando.”
1.- Respecto al gabinete de Gustavo Vázquez, independientemente de cualquier compromiso, Silverio Cavazos ejerció sus facultades legales y políticas, para cesar, remover y nombrar a sus colaboradores libremente. Es posible que lo haya hecho para deslindarse o para pelear y no por razones que beneficiaran al Estado.
Que los hechos hablen y califiquen a los funcionarios del gabinete de Gustavo y que califiquen a los funcionarios del gabinete de Silverio por los resultados: ¿QUIÉN quebró al Ivecol? ¿Quién desprestigió el sistema de salud? ¿Quién endeudó el Estado? ¿Quién se llevó las nominas de fin de año? ¿Quiénes se enriquecieron?
2.- Efectivamente, por mi parte, nunca exigí el cumplimiento de ningún acuerdo. En política, cumplir los acuerdos es responsabilidad de quien los asume y cuando hay oficio político, uno espera que se cumplan, pero el que no tiene oficio político, simplemente no cumple.
3.- Efectivamente: yo publiqué en Diario de Colima que no peleaba con gobernadores y nunca lo hice. Jamás me peleé con Silverio, únicamente hacia precisiones en mi columna, aclaraba en entrevistas y desmentía los infundios que, desde el poder, se generaban contra mí.
4.- Nunca he sido indeciso y cambiante, Yo fijo mi propia estrategia y no me la impone nadie. Cuando la circunstancia o la coyuntura obliga a modificar la estrategia, lo inteligente en política es hacerlo, lo contrario es necedad, lo que no hay que cambiar nunca es el objetivo y en ese sentido, nunca ha habido indefinición de mi parte.
Por decisión propia o de otros, después de más de seis años fuera del gobierno, sigo en la opinión pública, opinando libremente sobre cualquier tema y mereciendo la opinión de muchos otros sobre lo que hago o dejo de hacer.
Pero una cosa es evidente: antes de concluir mi gobierno, o los primeros seis meses después de concluirlo, no fui objeto de un linchamiento público, como sucede con el anterior gobierno, ni dejé el Estado en las condiciones financieras, de inseguridad, y de rezagos sociales.
Aquí habría que preguntar a los colimenses ¿ Colima está mejor ahora, que hace seis años?
Habrá quienes en lo particular estén mejor económicamente, porque fueron los beneficiarios del endeudamiento, ¿pero el Estado y sus habitantes en lo general, están mejor ahora que hace seis años?
¿Hay un mejor sistema de salud?
¿Mejoro la educación?
¿Hay más y mejor empleo?
¿Hay más seguridad pública y menos delitos?
¿Hay más secuestros o menos secuestros?
¿Hay más levantados, decapitados y ejecutados o hay menos?
¿Disminuyó o aumentó el pandillerismo?
¿Disminuyó la drogadicción o aumentó?
¿Hay más deuda pública o menos?
¿Hay más narcomenudeo o menos?
El problema no es cómo me trató Silverio o cómo lo traté yo, eso es para el anecdotario político, lo importante es cómo, en el ejercicio de la responsabilidad de gobernar, Silverio y yo tratamos a los colimenses y cómo gobernó cada quién.
Eso es lo que en realidad trasciende y lo que a la gente le interesa.
5.- Es cierto: desde el poder se puso en duda mi honestidad, pero en el caso de Silverio, no ha sido desde el poder, pues se le ha protegido. La duda sobre la honestidad de Jesús Silverio Cavazos Cevallos ha surgido desde la sociedad misma.
6.- Por mi parte, ya fui auditado por la Auditoría Superior de la Federación, por Hacienda y por la PGR, así que estoy libre de cualquier acusación y sospecha.
Este tema continuará mañana.
A Propósito…
1.- Las cifras que doy del tamaño del endeudamiento, no las invento, están en declaraciones oficiales de Silverio Cavazos, de Mario Anguiano, de Javier Oldenbourg, de Francisco Osorio, de Cristina González, de Omar Magaña, de Rigoberto Salazar, todos ellos priistas; en todo caso, han mentido algunos de los que las han hecho públicas, porque yo no invento cifras, únicamente las analizo, pero se las voy a republicar una vez terminada esta respuesta.
www.aproposito2004.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario