viernes, 5 de septiembre de 2008

LA UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA


Nadie debería hablar mal de un proyecto educativo y menos si se trata de una institución de educación superior, como lo pretende ser la universidad tecnológica que se instalará en Manzanillo.

En reiteradas ocasiones, los responsables del proyecto o los que lo patrocinan oficialmente, han reiterado que, en el pasado, otros gobernantes se opusieron a su creación, y por lo que a mí corresponde, resulta oportuno abordar esos señalamientos, porque, efectivamente, yo nunca fui oficioso en su instalación, ni la promoví, como tampoco hubo un ofrecimiento reiterado de la federación, muchos menos una propuesta formal y en consecuencia, nunca me opuse, simple y sencillamente no me interesó gestionarla, no porque no se debiera instalar una nueva institución educativa, sino porque su diseño no me parecía apropiado para Colima y su esquema de financiamiento era desventajoso para nuestro estado y benéfico para el gobierno federal.

Pero no critico que se instale, ni deseo tampoco que el proyecto fracase, lo que no me parece son las expectativas que se están creando con dicha institución educativa, la forma como han presentado el proyecto y sobre todo, porque tiene un destino etiquetado en lo político y se entrega desde antes de nacer como una componenda política, pero este aspecto es tan evidente que por el momento resulta ocioso abordarlo.

Por eso, de momento haré algunas consideraciones de carácter económico, de atención a la oferta y la demanda educativa y sobre las expectativas que han venido creando sus promotores.

Considero que el modelo de las universidades tecnológicas, que ha sido exitoso en algunos lugares y en otros no, tiene un ingrediente que pretende acotar el crecimiento de las universidades públicas y de los tecnológicos regionales y destinar, cada vez más, recursos crecientes a este modelo del que egresan técnicos superiores universitarios y limitar los recursos a las universidades públicas que generan profesionales con licenciatura y postgrado, que producen conocimientos científico y realizan difusión de la cultura y en el proyecto neoliberal siempre ha estado presente limitar estas funciones de las instituciones de educación superior y dedicar dinero a la formación de técnicos o mano de obra calificada, que se incorporen rápido al mercado de trabajo, disminuir la inversión en la generación del nuevo conocimiento y adquirir de las naciones desarrolladas tecnologías de desecho.

En los hechos se ha demostrado, durante el gobierno de Fox y en lo que va de Calderón, que los recursos para la educación superior no se han disminuido, pero si ha sido menor para las universidades públicas y también se ha reducido la inversión en ciencia y tecnología y en la partida global de educación se nota un incremento, similar al de la inflación, pero que en realidad se destina al modelo de universidades tecnológicas, en detrimento de las universidades públicas y la investigación científica.

En el caso de Colima, la SEP costea al 100% la enseñanza tecnológica a través del Instituto Tecnológico Regional de Colima, ahora la enseñanza tecnológica que se imparta en la universidad tecnológica de Manzanillo, será costeada al 50% por el estado y al 50% por la federación, el estado tendrá que asumir a partir de ahora el 50% del costo de la enseñanza tecnológica y como ha sucedido en otras entidades federativas, el crecimiento de los tecnológicos regionales se detiene, porque el gobierno federal tiene el argumento de que la educación tecnológica crecerá, a través del modelo de las universidades tecnológicas

¿Por qué no se abren más carreras en el tecnológico regional? Porque el gobierno federal, tendría que pagarlas al 100%, como lo hace hasta el momento, y ahora prefiere compartir el costo con los gobiernos de los estados, no obstante que el gobierno federal recaude el 97% de los impuestos, ahora le cargará el crecimiento educativo a los estados.

En el caso de la Universidad de Colima, el gobierno federal aporta el 80% y el gobierno del estado el 20%. En los hechos, he demostrado que las universidades públicas también detienen su crecimiento, porque el gobierno federal autoriza plazas y nuevas carreras a las universidades tecnológicas, reduciendo su apoyo a las universidades públicas, porque en este caso, en lugar de dar el 80%, para que la universidad de Colima siga creciendo, aportaran el 50% al proyecto de la UTEC y el gobierno del estado que aporta el 20% para el crecimiento de la universidad, subirá su aportación al 50% para el crecimiento de la matricula del nivel universitario, aunque sean técnicos en la UTEC.

Es evidente que para el gobierno del estado la carga en educación superior se va a incrementar, porque aún sin funcionar, ya erogó 30 millones de pesos en la compra del terreno, y también va a invertir en construcción el 50%, y el 50% en los salarios de los maestros y los gastos de operación.

Esto es novedoso: que en educación superior el gobierno federal deje de invertir en construcciones el 100%, porque las construcciones de la Universidad de Colima y del tecnológico regional, las ha venido construyendo al 100% el CAPCE, con cargo al gobierno federal, y ahora, el gobierno federal le va pasar al gobierno del estado el gasto del 50% en construcciones, lo que antes no sucedía así, el gobierno federal se va ahorrar el 50% con cargo al estado, que no va recibir nuevos recursos para cubrirlos, lo hará de su mismo presupuesto.

Es cierto, el problema financiero en este caso no va a ser para el actual gobierno estatal, sino que será para los que vienen.

Y el problema de la entrega de los recursos, como lo acreditan los hechos y como lo ha reconocido el secretario de finanzas del gobierno del estado y el propio rector el Doctor Aguayo, los recursos a la Universidad de Colima por parte del Estado se han entregado con retraso. En el pasado informe rectoral en el mes de diciembre, la universidad informo de un retraso en la entrega de los recursos federales por parte de la federación y un retraso también del gobierno del estado de 70 millones de pesos.

La universidad, por su solvencia financiera, sus recursos propios, su correcta administración de los dineros y los ahorros logrados en los últimos años, ha podido hacer frente a esos retrasos sin que le generen un problema real de falta de pago a maestros o a proveedores.

En el mes de mayo pasado, el secretario de finanzas Hugo Vázquez Montes declaró a la prensa, que se había cubierto el adeudo a la universidad del año pasado y que únicamente se le adeudaba a la universidad de Colima los cinco meses que van del año, o sea, 75 millones de pesos.

¿Podrá la universidad tecnológica operar normalmente con retrasos en la aportación estatal?

Porque ahora, al gobierno del estado se le va a juntar la aportación para la Universidad de Colima y la aportación de la universidad tecnológica y si los gobiernos panistas se están quedando con los excedentes del petróleo y están limitando los recursos a los estados y el gobierno del estado no tiene nuevas fuentes de ingresos, el problema será evidente y en nuestro tiempo, siempre consideramos que estas nuevas universidades con aportaciones del estado similares a las de la federación mitad y mitad, no son equitativas y perjudican a los estados, porque el gobierno federal tiene mucho más recursos que el gobierno estatal y la carga es igual.

El dinero que el gobierno del estado recibe de la federación, en su mayoría, está etiquetado y los recursos propios no representan más del tres por ciento del presupuesto estatal; en consecuencia, el gobierno del estado tendrá que hacer ahorros para estar a la par en el gasto del gobierno federal, que se lleva toda la recaudación fiscal.

Nuestro entusiasmo por la universidad tecnológica se limitó por la falta de recursos y porque consideramos que el gasto en educación superior, y sobre todo su crecimiento, debe ser cubierto la mayor parte por el gobierno federal y no por el estado.

Pero si ahora las condiciones han cambiado y el gobierno del estado tiene recursos suficientes para adquirir estos nuevos compromisos, adelante.

Después veremos las consecuencias

Estas universidades tecnológicas han funcionado en entidades federativas que tienen suficientes recursos propios, un gran desarrollo industrial y que están urgidos de mano de obra calificada y barata y en grandes centros de población como Ecatepec, Naucalpan, Chalco, Monterrey, Tijuana, Zapopan, etc.

Considerando que el dinero no será problema, pasemos ahora al aspecto ideológico, porque otro ingrediente del proyecto neoliberal de apoyar cada vez menos a las instituciones públicas de nivel superior que tienen un origen popular, como la Universidad de Colima, o como el sistema de tecnológicos, que tiene sus origen en la fundación del instituto politécnico nacional en la época cardenista y que han sido instituciones que en su historia han acreditado no únicamente su acceso a los grandes grupos mayoritarios de la nación, sin importar su condición económica, se han identificado ideológicamente con las causas sociales del pueblo mexicano y que a través de su sistema de becas, de su descentralización, de la difusión y promoción de la cultura, han socializado su tarea educativa y han sido defensoras del artículo tercero constitucional y ahora se pretende en el neoliberalismo y en los gobiernos de derecha, producir técnicos sin conciencia social, profesionales al servicio de las maquiladoras o de las empresas transnacionales, donde grupos empresariales definan los programas de estudio y los objetivos académicos.

Desde mi punto de vista, no es correcto crear falsas expectativas, que anuncian engaño y desilusión. Es falso, como se ha afirmado y algunos se lo han creído, que esta es la solución para el problema de los rechazados de la universidad y el tecnológico; por el contrario, se va a agudizar la situación, porque el crecimiento de estas dos instituciones se va a detener, como en los hechos ha sucedido en otros lugares con las instituciones públicas que ya funcionan.

En Colima, no existe el problema de rechazados en realidad, porque a nivel de bachillerato se atiende al 100% y a nivel superior casi al 80%. Ningún estado de la república atiende en su universidad pública a más del 40% de los aspirantes, no lo hacen ni el politécnico, ni la UNAM, ni la universidad de Puebla, ni la universidad de Guadalajara, que son las más grandes del país. Ninguna universidad del mundo acepta al 100% de los aspirantes.

El problema de los rechazados de la universidad de Colima es en derecho, medicina, nutrición, telemática y arquitectura y de los mil rechazados, 300 son de fuera de Colima y 700 de estás carreras y la universidad tecnológica no va a abrir ninguna de estas carreras que están saturadas. Y quienes aspiran estudiar medicina, derecho o arquitectura no se van a ir a inscribir a la universidad tecnológica para ser técnicos universitarios con dos años de estudios, porque no se van a ofrecer las carreras a las que aspiran, ni el nivel académico que desean.

Algunos rechazados se inscriben temporalmente a alguna otra carrera que les ofrecen en la universidad, para volver aspirar el próximo año a la carrera de su interés y vocación.

También es un error y una actitud demagógica, sacar cuentas de que el problema de los rechazados se resuelve con becas en instituciones privadas; primero, porque no ofrecen las carreras que se saturan en la universidad de Colima, como medicina, telemática, arquitectura, nutrición, etc., ofrecen otro tipo de carreras y terminan recibiendo a becarios estas instituciones privadas, que además de no ser los mejores estudiantes, van a una carrera que no desean.

Somos el único estado de la república, y yo creo que del mundo, que ofrece becas a los estudiantes que reprueban su examen de admisión. Es ilógica esa medida, por eso el tecnológico de Monterrey no lo hace, porque se debe becar y premiar a los mejores, no a los que reprobaron o no alcanzaron el promedio.

Entonces, las universidades privadas en lugar de mejorar su nivel académico, están siendo guarderías de rechazados o de aspirantes que no pudieron entrar a una institución de reconocida calidad educativa.

Y así tenemos que los buenos estudiantes, los de mejores promedios, que logran entrar a la facultad de derecho de la universidad, que van a estudiar cinco años con un estricto rigor académico, con tecnologías de información a su alcance, con cursos, conferencias, planta docente calificada, exámenes del ceneval como evaluación externa, etc., etc., observan y analizan que hay instituciones privadas que aceptaron a los rechazados en derecho, cursaran únicamente tres años como máximo y en muchas ocasiones, con clases tres veces a la semana y en otras ocasiones con clases sólo los sábados.

O sea, que los estudiantes rechazados, para ser profesionistas, estudian menos años, menos horas a la semana de estudio y además becados, cuando, por su bajo nivel académico, deberían estudiar mucho más.

Entonces, la universidad tecnológica no es la respuesta al problema de los rechazados, como lo han venido diciendo sus promotores, y decir que por primera vez en la historia el problema de los rechazados se acaba, también es un engaño.

Mañana seguiremos con este tema: las carreras, el equipamiento, el apoyo extranjero a la universidad tecnológica y el desarrollo tecnológico que dicen que va a generar.

aproposito2004.blogspot.com

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