martes, 25 de noviembre de 2008

Siucesión en el 2005, El Acabo

Con este artículo concluyo el tema relativo a la sucesión en el 2005, cuyos hechos han sido comentados aquí con el único propósito de narrar cómo sucedieron y sobre todo, dejar muy claro que nunca hubo en esos momentos críticos ninguna confrontación de mi parte con Silverio Cavazos, como tampoco hubo un pleito interno entre el priísmo motivado por esa circunstancia.

Lo que el Ecos de la Costa ha venido construyendo del 2005 a la fecha, como un enfrentamiento entre el gobernador del estado y un servidor, y cómo a consecuencia de ello el PRI se encuentra dividido, al no poderse limar esas diferencias, ha sido una falsedad.

El que también Arnoldo Ochoa y Silverio Cavazos discutieron, pelearon y se hicieron enemigos irreconciliables en 2005, también es una falsedad.

El que los diputados locales priístas en aquel entonces hicieron gobernador a Silverio Cavazos, como afirma el Ecos de la Costa, también es una falsedad, porque Silverio fue gobernador con el voto de 109 mil 500 colimenses.

El PRI en el 2005 se presentó en la contienda electoral contra el panismo, como un partido unido y sin conflicto interno.

En el 2005, Silverio Cavazos fue candidato a la gubernatura, no por imposición de nadie ni por haberle ganado a alguien la candidatura, sino porque se consideró que si íbamos a una elección, el peso de los votantes de Tecomán sería definitorio en el resultado electoral, como lo fue.

Lo que he escrito en esta columna sobre esos hechos, no tiene como objetivo que se cumpla ningún acuerdo, ni compromisos que ya no existen, sino simple y sencillamente es para decir cómo fueron los hechos, que al momento no han sido desmentidos por quienes participaron en la toma de decisiones y por quienes estuvieron presentes en el momento de la toma de las decisiones.

Lo que he venido comentando en esta columna sobre los sucesos políticos del 2005 se sostiene en hechos ciertos y comprobables, porque siempre cito los nombres de las personas presentes que pueden, en su momento, confirmar, corregir o desmentir mi dicho. Hasta hoy no lo han hecho.

En ningún momento refiero el contenido de pláticas entre otra persona y yo, porque las pláticas entre dos son privadas y además, porque estaría únicamente mi dicho contra el de otra persona y faltaría quien atestiguara, mucho menos cito o refiero pláticas con personas fallecidas, con quienes haya tenido diálogos privados porque sería una falta de respeto y carecería de ética que mi dicho no estuviera sujeto a la comprobación de lo que afirmo.

Me he referido únicamente a Gustavo Vázquez en pláticas que tuvimos en presencia de otras personas, jamás he dicho, lo que de manera privada platicamos.

He tratado de transcribir diálogos cortos para que no se preste a la confusión o a la especulación, he sido concreto y puntual y he evitado emitir juicios de valor o de hacer descalificaciones personales.

No he insultado ni difamado a nadie, ni he dicho que alguien me lo dijo, sino que únicamente he dicho como sucedieron los hechos y quien tenga una versión diferente que le conste porque haya estado presente, que la publique y que cite los nombres de los testigos que puedan confirmarlo.

En la política, los hechos son como son y como sucedieron, no como debieron ser o como quisiéramos que fueran, no existe el hubiera, existe el hecho concreto en su circunstancia.

En la política, la participación individual o colectiva no se repite, ni se puede planear sus resultados, pues son los propios acontecimientos y la conducta humana, la brújula que los conduce, encausa y resuelve.

En política, los hechos no se dan solos, ni los resultados son casuales, no los determina la naturaleza y sus causas no son espontáneas.

Las circunstancias se presentan, quiérase o no, de manera positiva o negativa, favorable o desfavorable para los actores políticos y es la persona en la circunstancia, quien decide el rumbo de los acontecimientos o provoca las causas para que éstas sucedan.

En política, no valen las intenciones, cuentan los hechos. En la política, las intenciones significan a la persona y los hechos lo califican.

Los cuerpos policiacos, militares, los bomberos, los pilotos aviadores, etc. etc., cuentan con un manual, un reglamento un protocolo, una guía, un instructivo de cómo actuar o resolver asuntos de su competencia o de su responsabilidad y lo que primero se valúa en los resultados es si siguieron el protocolo, el reglamento, el instructivo, etc. Cumplirlo tiene tanto valor como los resultados y de su estricto cumplimiento depende la justificación de los mismos, o los exime de responsabilidad.

Pero en la política es diferente, no hay reglamento, manual ni instructivo para resolver escenarios de crisis o de adversidad política, no hay un catálogo que determine los pasos a seguir desde el punto de vista político, cuando surge un conflicto o una crisis. Los escenarios políticos se pueden prever, pero lo que no se puede prever es cómo se van a resolver al final, no hay un código de pasos a seguir de cuyo cumplimiento puntual se garantice resultados positivos de una crisis política.

En la política hay caminos legales que se deben recorrer para resolver los conflictos políticos que se presenten, pero la ley no los resuelve por sí solos, es indispensable la política para que el derecho se aplique o se haga realidad. Por falta de política en Atenco, la ley no se pudo aplicar en el desafuero de López Obrador tampoco.

En el caso de Colima en el 2005, ante el hecho de la desaparición física del gobernante en funciones, existía una normatividad jurídica que permitía resolver jurídicamente ese hecho, pero la ley era imprecisa e insuficiente; por eso, cinco meses después, el congreso la reformó y la hizo precisa para resolver jurídicamente hechos similares, que ojalá que no se vuelvan a repetir.

Pero la ley imprecisa e insuficiente existía y se aplicó conforme a su vigencia y de acuerdo a como se interpretó, no por decisión de un tribunal, sino por el consenso de los abogados y de los actores políticos que decidimos qué hacer, qué camino seguir y que siempre fue un camino legal.

Eso es lo importante: que no fueron los órganos de interpretación jurídica los que decidieron legalmente cómo resolver la continuidad legal del gobierno, sino los políticos, responsables de tomar decisiones jurídicas, los que dijeron cuál era el camino a seguir. Fue una decisión política la que decidió el camino jurídico, y no al revés.

La política se sustenta en el derecho y para que los resultados de la política se hagan valer, sean eficaces y tengan fuerza, deben ser legales, y así sucedió en 2005, no hubo nada fuera de la ley.

El derecho por sí sólo no se aplica, sólo el derecho natural tiene esa virtud, la política es la que crea las condiciones para que el derecho se aplique, más aún, también para que exista, tan es así, que los diputados son más políticos que juristas, podrán ser políticos buenos o malos, pero eso es otra cosa.

En la sucesión del 2005, originalmente planteamos los políticos seguir el camino jurídico del interinato largo, en el PRI nadie se opuso, miente quien haya dicho lo contrario en presencia de quienes tomamos las decisiones. Los panistas se opusieron y propusieron elecciones como opción jurídica, pero, ojo, los panistas también propusieron el interinaron largo, si lo cubría la señora Norma Galindo, lo que quiere decir que era un camino jurídicamente viable y que se podía, pero valoramos que también nos convenía la elección… y eso se hizo.

Hicimos lo que la ley nos permitía y lo que políticamente nos convenía, no hicimos nada ilegal y políticamente hicimos lo correcto, nadie impugnó lo que jurídicamente hicimos y ganamos las elecciones.

En ese momento, el derecho por si solo no resolvía la crisis, pero la política lo resolvió a nuestro favor, conservamos el gobierno y la gobernabilidad. En la política, eso es lo que cuenta: el resultado.

En ese momento, existían caminos jurídicos, pero no un instructivo, catálogo o manual político, sobre qué hacer en esos casos.

En la política existen herramientas, la ley es la más importante, el diálogo, el consenso son fundamentales, pero no existe un manual de control de daños, ni un instructivo sobre el diálogo, ni un catálogo sobre el acuerdo político.

Repito, es el hecho concreto, las circunstancias específicas y los actores políticos que participan, los que definen los resultados del hecho político concreto. No hay catálogos, ni repetición de los hechos políticos, sólo hay hechos similares, pero con circunstancias y actores políticos diferentes, y en consecuencia, con resultados diferentes.

Es una estupidez afirmar, como afirman los del Ecos de la Costa, que no se siguió el manual o el instructivo, o que alguien violó el catálogo de acuerdos políticos, también es una tontería decir que no se aplicó para resolver la crisis del 2005 la experiencia que se tiene en Colima de crisis políticas generadas por la ausencia física de gobernadores. Como también es una tontería decir quiénes sí y quiénes no debieron haber participado en la toma de las decisiones. Era lógico: no participaron quienes no tenían condiciones para participar, y mucho menos quienes en ese hecho concreto, no era necesario que participaran.

Muchos pueden pensar, suponer, especular, inventar o mentir, pero lo que no pueden hacer es hablar por mí, que lo pretendan es otra cosa y que tienen libertad para hacerlo, también, pero que yo de por válido lo que dicen, nomás no y mucho menos que piensen por mí, como acostumbran hacer los del Ecos de la Costa, que siempre suponen, especulan o inventan lo que otros piensan o lo que otros dicen o hacen.

Es lógico: son incapaces de hacer o de pensar por sí mismos y por eso, otros somos la referencia de lo que supuestamente pensamos y de lo que hacemos y por eso, la mediocridad los obliga a narrar lo que otros hacen o a suponer lo que sus odiados personajes piensan.

Así es la historia y la política: unos la hacen y otros la cuentan. Los del Ecos la inventan. Unos son actores y otros espectadores: yo siempre he tratado de ser de los primeros, por eso estuve ahí en el 2005, por eso estoy aquí en este periódico, en el que aparece mi nombre desde hace 37 años, y yo decidiré cuando voy a dejar de estar en la política colimense, para que les quede claro y no hagan esfuerzos innecesarios para retirarme de esta actividad que tanto me gusta.

Podrán los del Ecos de la Costa cuestionar, criticar o no estar de acuerdo con mi estilo de hacer las cosas, pero es un estilo propio, diferente a los demás. Así soy. Es tarde para cambiar y mucho menos para que lo hagan los del Ecos.

En consecuencia, no me pueden obligar a que actúe como otros, pues así como soy es como pude ser Rector de la Universidad de Colima y Gobernador del Estado. Soy el único colimense en haber ostentado esos dos honrosos cargos.

Mi estilo personal, que no les gusta a los Ecos de la Costa, me permitió también haber sido, en dos ocasiones, presidente de la Federación de Estudiantes Colimenses, la primera a los 17 años y la segunda vez me permitió ser candidato a diputado federal, a los 22 años, porque en ese momento ahí estaba yo y con mi estilo, me atreví a plantearle a Echeverría que yo debería ser el diputado federal. Así soy yo, aunque no les guste a los del Ecos.

Por eso estuve en la sucesión del 2005, porque soy de los que saben estar y sobre todo, actuar en la adversidad. Por eso resolvimos los problemas generados por los sismos del 2003, apoyamos y garantizamos gobernabilidad, cuando se anuló la elección de Gustavo a finales del 2003, también ahí estuve y supe qué hacer, no hubo caos, ni desorden, ni crisis de gobernabilidad en Colima, y volvimos a ganar porque teníamos un excelente candidato e hicimos lo que teníamos qué hacer, igual que en el 2005 y las decisiones las tomamos también los que ahí estábamos.

El sismo, la anulación de la elección y el fallecimiento del gobernador en funciones del 2005, fueron acontecimientos inéditos, momentos críticos, en los que cada quien actuó conforme a su nivel político, a su inteligencia, a su sentido de responsabilidad y en ninguno de esos hechos estuve ausente, tampoco estuve de espectador, siempre en primera línea, es cierto, despertando celos de algunos, envidias y corajes en otros, pero ese no es mi problema, siempre doy resultados, así soy, aunque no les guste a los del Ecos mi estilo de ser y mi forma de ser y estar.

Me da risa cuando los del Ecos dicen que hago cosas que no me tocan, que asumo responsabilidades que no me asignan o que desempeño guardias que no me corresponden y tienen razón: no hago lo que me ordenan o me asignan, sino lo que decido hacer y por eso opino del 2009, porque soy libre de hacerlo y no tengo más límite que el que fija la ley a los ciudadanos libres, ya que no soy funcionario público, sacerdote o persona privada de mis derechos políticos.

En política no acepto manuales, instructivos o protocolos, porque no los hay de carácter obligatorio y si existen, que los acate quien los hizo.

Yo tengo mis reglas y son las que cumplo y si puedo, las impongo.

En política nadie es indispensable, cada quien se hace necesario y a veces, hay que crear la necesidad, porque nadie es requerido por sus méritos ni por sus buenas intenciones, sino porque se le necesita.

Hay que estar cerca siempre, por si se ofrece y dispuesto por si se necesita.

El político mas importante no es el que más sabe, sino el que más hace, no es el que sabe cómo hacerlo, sino el que está cuando se requiere hacerlo.

Y que mejor que un político que sabe, que hace y que está siempre presente.

A Propósito

1. Senador Rogelio Humberto Rueda Sánchez: ¿pero qué necesidad?

www.aproposito2004.blogspot.com

1 comentario:

Germán Osorio Novela dijo...

Nuevamente sólo para felicitarlo por su excelente columna y por su liderazgo en la politica.

Noy hay duda que usted ha sido el mejor gobernador de colima en su época moderna.

Felicidades.