martes, 4 de noviembre de 2008

24 de Febrero de 2005


Abordar este tema no es nada sencillo y puede resultar, quizá, doloroso o molesto para algunas personas, que consideran que estos hechos deberían permanecer en la privacidad.

Ofrezco una disculpa anticipada por perturbar sus recuerdos.

Pero este tema, desgraciadamente, está diario en el debate público y ha servido para construir un discurso de descalificación, escenarios de confrontación que nunca existieron y una supuesta disputa por el poder que no se dio y una falsa división del PRI, que tampoco ocurrió, y una cortina que se sigue tejiendo para ocultar los acuerdos políticos que permitieron transitar, de la desgracia y la incertidumbre, a la normalidad dentro de la ley y, sobre todo, ir superando en el trabajo político diario del gobierno y de la sociedad colimense, ese transe doloroso que nos afectó a todos.

De lo que aquí afirmo, existen incontables testigos y sobre todo, actores de los hechos. No acostumbro escribir, ni hablar de hechos o de cosas que únicamente a mí me dijeron; acostumbro escribir y decir lo que se puede probar, lo que se puede atestiguar, lo que le consta a otros, y así, a quien le conste que los hechos no ocurrieron de la manera que los escribo, pueda expresar un desmentido o su versión de los hechos, porque quienes escriben diciendo que no pueden revelar su fuente, buscan únicamente un pretexto para mentir y sobre estos temas hay muchos que escriben a diario, sin haber sido testigos de los hechos y se dedican únicamente a desvirtuarlos o a tratar de confundir.

Considero que por haber sido testigo y actor de hechos importantes en la vida política de Colima, estoy obligado a opinar de esos hechos, sobre todo cuando hay testigos y actores que complacientemente observan calladamente como se desvirtúan los acontecimientos y que con su silencio se vuelven cómplices de las falsedades que a veces se escriben.

El 24 de febrero de ese año, aproximadamente entre las 16:30 y 16:45 horas, estando en mi casa de El Trapiche, recibí una llamada de Arnoldo Ochoa, Secretario General de Gobierno, quien me dijo: “Vente de inmediato al aeropuerto, hay un problema serio, grave, vente rápido”.

Lo primero que se me vino a la mente fue que a las seis de mañana de ese día nos habíamos despedido de Gustavo afuera de la Casa de Gobierno y nos había dicho: “Me doy un baño y en una hora me voy a México, regreso como a las cuatro o cinco de la tarde a la ceremonia de la bandera”.

La llamada de Arnoldo desde el aeropuerto me advirtió de que se trataba.

Cuándo llegué al aeropuerto, Arnoldo Ochoa estaba con la cara desencajada, preocupado me dijo: “Se perdió contacto con el avión de Gustavo, salió de Toluca como a las 14:30 horas aproximadamente y no se localiza”.

Arnoldo estaba intentando hacer varias llamadas que interrumpían nuestra conversación y recibió una del Estado Mayor Presidencial y después otra del Almirante Zaynes (hoy Secretario de Marina) que le confirmaron que el avión del Gobierno del Estado se había caído en Michoacán, aproximadamente a las tres de la tarde.

Antes de está confirmación, Arnoldo ya había sido informado por Estado Mayor Presidencial y por el entonces Secretario de Seguridad Pública del Gobierno Federal, Ramón Martín Huerta, quien falleció después al caer su helicóptero, que al parecer, el avión del Gobierno de Colima se había perdido en el radar, volando sobre Michoacán, al poco tiempo de salir de Toluca.

Jacinto Grajeda (Chinto) también le había comunicado a Arnoldo Ochoa que tenía rato en el aeropuerto esperando la llegada de Gustavo y que en la torre de control no tenían información. Arnoldo se trasladó de inmediato al aeropuerto, a donde llegó aproximadamente a las 16:15 horas.

Una vez que se confirmó la caída del avión, Arnoldo Ochoa me dijo que avisara a los demás y que se les convocara a la Casa de Gobierno, expresándome que él se quedaría en el aeropuerto hasta que tuviera la información oficial del sitio en que cayó el avión y sobre todo, la información relativa a Gustavo Vázquez y a sus acompañantes.

Al salir del aeropuerto me comunique telefónicamente con el coordinador del Congreso, Silverio Cavazos Ceballos, y le pedí nos viéramos en mi casa en El Trapiche, le dije que era sumamente urgente, porque había ocurrido un accidente.

También llame por teléfono al Procurador de Justicia, Gilberto García Nava, y al Doctor Carlos Salazar, en ese entonces Rector de la Universidad de Colima, y le pedí que buscara al cardiólogo Ulises Ramírez y lo convocara de urgencia a mí casa.

Silverio Cavazos y el Procurador García Nava llegaron al Trapiche casi al mismo tiempo, dos minutos después de que llegué del aeropuerto, los esperé en la puerta y primero hablé con Silverio, a quien informé que se había caído el avión de Gustavo, la primera expresión de Silverio fue de incredulidad y de inmediato soltó el llanto, cuando le dije que al parecer no había sobrevivientes, porque la información que había era de que se había escuchado una explosión.

Mientras Silverio se reponía de la sorpresa y el dolor, Gilberto García Nava se me acercó y me preguntó qué ocurría y le dije también que se había caído el avión de Gustavo y que me había instruido Arnoldo Ochoa para hablar con él para que hiciera un análisis jurídico de los posibles escenarios que se podían presentar como consecuencia del accidente, en el entendido de que no había una declaración oficial del fallecimiento del Gobernador del Estado.

Silverio Cavazos me pidió más información y en ese momento llamé a Javier Villegas, representante en el DF del Gobierno de Colima y que había acompañado hasta Toluca a Gustavo Vázquez, para que me dijera quienes más habían abordado el avión.

Acordamos con Silverio Cavazos que él avisaría a los diputados y los convocaría a las siete de la tarde a Casa de Gobierno y en presencia de él le llamé a Luis Gaitán, Presidente del PRI, para informarle del accidente y para que convocara a los dirigentes del partido a la Casa de Gobierno, a las 19 horas.

Le comuniqué a Arnoldo Ochoa que había informado a Silverio y a Luis, así como de la convocatoria a la Casa de Gobierno a partir de las 19 horas, y el me informó que en ese momento salían en avioneta a Morelia, Jacinto Grajeda (Chinto), el capitán Fernando Cendejas y el Licenciado Cuahutemoc Gómez Cabezud, para trasladarse al lugar de los hechos.

Como a las seis de la tarde, me llamó Roberto Madrazo, Presidente del comité nacional del PRI, y me dijo que había sido informado de los lamentables hechos por la Presidencia de la República y me pidió le estuviera informando de manera permanente y que él estaría en Colima al día siguiente.

Por mi parte, subí a mi habitación, donde estaban reunidos mi esposa y mis hijos sin saber que había ocurrido y tras darles la mala noticia, impactados, se soltaron en llanto. Para esa hora habían llegado ya al Trapiche varias personas y la noticia corrió.

Llamé a Itza Morales y le dije que por instrucciones de Arnoldo Ochoa, convocara al Gabinete y a los funcionarios a las siete de la tarde, Itza me dijo que ya estaba llegando gente a la Casa de Gobierno, le pedí también que avisara a los ex gobernadores y a los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia y que también los convocara a la reunión.

A las siete de la tarde, salí a Casa de Gobierno y en el trayecto me comuniqué con Arnoldo Ochoa, quien me dijo que les informara a los convocados a Casa de Gobierno que él se quedaría en el aeropuerto, atendiendo lo de la búsqueda y el rescate y que llegaría a Casa de Gobierno más tarde y que por lo tanto, la reunión convocada se realizaría hasta que él llegara.

Al llegar a Casa de Gobierno, le hablé a Silverio Cavazos y a Luis Gaitán, les informé que Arnoldo llegaría después, que su propuesta era que la reunión se pospusiera para más tarde. A Silverio y a Luis en ese momento les expresé: “Hace unos días nos reunimos cinco, falta Gustavo, ¿Quieren que platiquemos los cuatro o arreglan las cosa entre ustedes tres? (Arnoldo, Silverio y Luis)”.

Los dos dijeron: “no licenciado, los cuatro”.

Y dije: “Bien, entonces, nos vamos a reunir los cuatro, pasada la noche y una vez que hablemos con todos, pero no tomaremos ninguna decisión mientras no haya una declaración oficial. El Procurador está haciendo un análisis legal que le voy a pedir nos lo presente en la noche y mientras, atendamos a la gente”.

Le informé por teléfono a Arnoldo Ochoa acerca de la plática con Silverio y Luis y estuvo de acuerdo en la reunión de los cuatro y me dijo que la Secretaría de Gobernación le acababa de informar que no había habido sobrevivientes y que se procedería al rescate de los cuerpos y que legalmente, las autoridades estatales debían actuar en consecuencia.

Llegaron también a la casa de Gobierno los dirigentes de los partidos políticos de oposición, que expresaron su solidaridad ante los acontecimientos.

Arnoldo Ochoa llegó cerca de las nueve de la noche y dio inició a la reunión, informando lo que le había comunicado la Secretaría de Gobernación y de la logística para rescatar los cuerpos y del traslado al lugar del accidente de un primer grupo por avioneta a Morelia y la salida por carretera de Jaime Vázquez Montes y Ramón Ruiz Magaña y otras personas, así como de la comunicación permanente que tuvo con el gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, y así como de su amplia colaboración, y de que en ese momento el propio gobernador Cárdenas se encontraba ya en el lugar del accidente, así como los elementos del Ejército Mexicano.

Arnoldo hizo un llamado a la unidad de todos los presentes para enfrentar la adversidad y expresó que primero se debían traer a Colima los cuerpos de Gustavo y sus acompañantes y que al día siguiente por la tarde, habría una ceremonia en Palacio de Gobierno.

En la reunión también hicieron uso de la palabra Silverio Cavazos y Luis Gaitán, y yo también hice una intervención y dije que no debería haber ninguna duda de que legal y políticamente deberíamos de hacer lo correcto y que ante la desgracia y el dolor, no debería haber un espectáculo de disputa por el poder, que la jornada iba a ser larga y difícil, pero que al final, cada quien debería de acreditar su sentido de responsabilidad.

Es cierto: mi participación no fue atrás, ni en la sombra, ni a espaldas de nadie, fue siempre muy clara y frente a los demás, desde el primer momento, a petición y a llamado de Arnoldo Ochoa, atendí varias tareas, y en las siguientes horas, con la anuencia de Silverio y de Luis Gaitán, se decidió que yo participaría en los acuerdos y en las decisiones; además, a las nueve de la noche, cuando informé a Roberto Madrazo del curso de los acontecimientos, me dijo que me nombraba, desde ese momento, Delegado Especial del PRI y que al día siguiente, a su arribó a Colima, lo haría oficial.

Es cierto que participé intensamente en los momentos de incertidumbre y en ese momento, nadie cuestionó las tareas que desempeñé y es explicable, en momentos de crisis no acostumbro apanicarme, sé lo que tengo que hacer en los momentos de adversidad y así lo he acreditado en los hechos y en los resultados, nunca hubo agandalle, ni abuso de las circunstancias, si así hubiera sido, quizá el resultado hubiera sido otro.

De los que podíamos participar en la toma de decisiones, y yo lo hacía a nombre del PRI Nacional, yo era el único que no podía aspirar a la gubernatura, al nombrarme Roberto Madrazo Delegado Especial del PRI, me obligaba, sin decirlo, a ser objetivo ante los hechos y sobre todo, eficaz en los resultados, situación distinta para Arnoldo, Silverio y Luis que tenían posibilidad y aspiración de ser.

La gente se fue retirando de Casa de Gobierno y fueron convocados para el día siguiente a la ceremonia en Palacio de Gobierno. Por mi parte, después de dar una conferencia a los medios de comunicación, me trasladé a la casa de Ramón Barreda y a las doce de la noche regresé a Casa de Gobierno a la reunión acordada con Arnoldo, Silverio y Luis, ya únicamente los cuatro, al empezar el día 25 de febrero del 2005.

Mañana continuamos.

www.aproposito2004.blogspot.com

No hay comentarios: