viernes, 13 de febrero de 2009

Invitados... el PRI de hoy

Las encuestas nacionales y la opinión de importantes editorialistas acreditan que el PRI está como favorito en la preferencia de los electores para ganar en las elecciones del 2009, esto se debe sin duda al trabajo que a nivel nacional viene realizando Beatriz Paredes, que en la diversidad priísta a mantenido unido al partido y además en las elecciones del 2007 y 2008 se ha tenido el buen cuidado de escoger excelentes candidatos, con buena imagen, con aceptación social y de conducta intachable, además se ha tenido cuidado de mantener al PRI al margen de escándalos y conflictos. Un ejemplo de lo que opinan dos importantes politólogos y prestigiados editorialistas son las dos columnas invitadas que hoy transcribimos.

El Universal, 11 de febrero de 2009
Mauricio Merino
Al despertar, seguía allí

Aunque en materia política nadie está completamente vivo ni completamente muerto según la frase atribuida al general Lázaro Cárdenas, todo indica que el PRI se alzará con el triunfo en las elecciones federales del 5 de julio. Así lo sugieren los resultados acumulados en 2007 y 2008 y las últimas encuestas que se han publicado. A estas alturas, lo que se discute ya no es el regreso del PRI, sino sus posibilidades de obtener la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.
En 2000, la alternancia en la Presidencia de la República fue leída como la culminación del proceso de transición a la democracia, y no pocos analistas se apresuraron a predecir el final de la vida del PRI. Un pronóstico que pareció confirmarse en las elecciones presidenciales de 2006, cuando ese partido cayó al tercer lugar en las preferencias políticas y la predicción (propia de libro de texto) del futuro dividido entre izquierda y derecha pareció aparcarse en las siglas del PAN y del PRD.
Pero apenas seis meses después, el PRI volvió a ganar elecciones donde podía hacerlo: en las cámaras y los gobiernos locales, donde seguía siendo mayoría y donde seguía contando con la mayor estructura política. La misma fuerza que, en vísperas de las elecciones de 2009, lo tiene en el umbral del dominio del Poder Legislativo federal.
Pero el regreso del PRI no podría explicarse solamente por sus méritos propios. Lo cierto es que sus dos adversarios históricos han contribuido con creces a pavimentarle el camino de vuelta. Apenas es necesario decir algo más sobre el costo que le acarreó al PRD el abandono de la vida institucional a la que convocó López Obrador tras las elecciones de 2006. Cuando el principal partido de izquierda se fue a la calle, el PRI se quedó en las cámaras, en los gobiernos locales y en la negociación política con el PAN.
Podrá discutirse hasta la eternidad el valor moral de esa decisión. Pero el hecho fue que el PRI llenó de inmediato los lugares vacantes, ganó la agenda y fijó condiciones al nuevo gobierno. Andrés Manuel optó por las Batallas Históricas, mientras el PRI se ocupó de las batallas políticas. Y hoy el PRI está a punto de volver a la mayoría absoluta, mientras el PRD se debate entre la extinción (convertido en un movimiento de masas) y el renacimiento (a través de un nuevo partido con vocación de poder).
Por su parte, el PAN no sólo ha pagado el costo de gobernar el país (que no es poca cosa), sino que acumula el saldo adicional de haber abandonado buena parte de los argumentos que lo llevaron a ganar la Presidencia en 2000.
Si ya era difícil olvidar la forma en que tomó posesión Felipe Calderón y el modo en que se condujo la crisis política de 2006, la disputa interna planteada por Vicente Fox y sus partidarios le ha añadido costos altísimos a ese partido.
El PAN aparece hoy como un partido quebrado, que dejó atrás su sentido federalista y que se ha entregado, como lo hizo antes el PRI, a la obediencia acrítica y fiel al Presidente de la República. Pero en las condiciones actuales, tener la Presidencia ya no equivale sin más a ganar elecciones.
Nada está resuelto en definitiva. Pero ya es probable, al menos, que a partir de julio de 2009 el PRI gane los mandos completos del Legislativo y, desde ahí, refuerce el vigor del federalismo. Y de ser así, el gobierno presidencialista de Calderón habrá durado tres años para dejar su sitio a una suerte de régimen semipresidencial, acotado por todos lados. Eso es lo que se juega en la siguiente elección.

10-Feb-2009, PERIÓDICO EXCELSIOR
Juegos de Poder
Leo Zuckermann
La opinión pública hoy

1. La mala situación económica ya ha sido percibida por la opinión pública. Los números de las encuestas son, en este rubro, abismales. De acuerdo con la última encuesta en viviendas de Consulta Mitofsky de enero, 84% de la gente piensa que la situación económica actual está peor que el año pasado. Sólo 15% opina que está mejor. El 74% de los mexicanos opina que el año que entra estará peor económicamente hablando. Sólo 20% cree que estará mejor. El 65% de la población piensa que le principal problema que tiene el país está relacionado con aspectos de índole económica.
2. Y, sin embargo, la popularidad del presidente Calderón se ha mantenido alta. Incluso ha subido en el último mes. En diciembre de 2008, según la encuesta de Consulta Mitofsky, 62% de los mexicanos estaba de acuerdo con la manera de gobernar del Presidente. En la encuesta de enero de esta misma empresa, subió a 66 por ciento. ¿Cómo es posible que la mala percepción de la economía no haya afectado la popularidad presidencial? Es un enigma. Según una de las teorías más probadas de la opinión pública, cuando hay una percepción de que la economía del país va mal, esto afecta las tasas de aprobación del primer mandatario. No es el caso actual en México. Es evidente que, por lo pronto, la gente no está vinculando las penurias económicas con la apreciación que tienen del trabajo del jefe del Ejecutivo. Se trata de una rareza. La pregunta es: ¿hasta cuándo durará esta situación atípica?
3. Seguimos con la encuesta de Consulta Mitofsky de enero. Las instituciones que concitan mayor confianza en la ciudadanía y que por tanto están mejor calificadas son, en orden descendente, las universidades, el Ejército, la Iglesia, los medios de comunicación y el Instituto Federal Electoral. En contraste, las instituciones que son reprobadas por la ciudadanía son, también en orden descendente, la policía, los sindicatos, los diputados y los partidos políticos. En medio de estos dos extremos se encuentran el Presidente, la Suprema Corte de Justicia, los empresarios y los senadores.
4. Por donde se vea, el PRI está en franco ascenso. Es el partido que cuenta con la mayor cantidad de ciudadanos que se identifican con él: 31 por ciento. En diciembre de 2006 tan sólo 17% de la ciudadanía se identificaba con el tricolor. Es, también, el partido menos rechazado de todos. El 22% dice que nunca votaría por el PRI cuando 44% afirma que nunca lo haría por el PRD. Finalmente, si las elecciones de diputados se llevaran a cabo el día de hoy, el PRI tendría 33% de las intenciones de voto cuando en diciembre de 2006 este porcentaje era únicamente de 17 por ciento.
5. Si se descuenta el porcentaje de mexicanos indecisos para obtener la preferencia electoral efectiva en la encuesta de Consulta Mitofsky, el PRI hoy ganaría los comicios de diputados federales con 44% de la votación. El PAN tendría 34%, una diferencia de diez puntos porcentuales. Sin embargo, la encuesta nacional en viviendas de Buendía y Laredo de enero, reporta una elección más cerrada con el PRI en 41% y el PAN con 38%, una diferencia dentro del margen de error por lo que, estrictamente, no podríamos decir quién ganaría. Esta discrepancia entre dos encuestas de empresas muy serias puede deberse a que se está midiendo una elección muy hipotética. Al momento de hacer la medición, todavía no había ni campañas ni candidatos. Por eso, estos números deben tomarse con mucho cuidado.
6. Donde sí coinciden las dos encuestas es en el porcentaje que obtendría el PRD en la intención de voto en enero: 16 por ciento. Una caída estrepitosa para un partido que estuvo a punto de ganar la Presidencia hace tres años, aunque entendible por el conflicto poselectoral de 2006 y las terribles divisiones del perredismo que han terminado por afectarlo.

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