viernes, 24 de noviembre de 2006

Humberto Silva Ochoa, el debate: las razones y los hechos

EL licenciado Humberto Silva Ochoa, en su más reciente declaración pública hecha a Grupo Radio Levy, me invitó a debatir en torno a nuestro desempeño como rectores de la Universidad de Colima y al mío como gobernador del estado.
En mi caso, no voy a criticar el período, de 10 años, durante los que el licenciado Jorge Humberto Silva Ochoa fue rector de la Universidad de Colima y de quien fui colaborador y su defensor público, pues no sería ético de mi parte criticar una administración rectoral donde colaboré, en la que fui corresponsable y a la que, en su momento, defendí.

Podemos debatir acerca de mis ocho años como rector, período durante el cual, al menos nominalmente, el licenciado Silva Ochoa fue mi asesor y nunca criticó mi gestión y tampoco renunció al cargo por no estar de acuerdo con mi desempeño como rector.
Pero acepto el debate, que será desde esta columna, que él, sin duda, seguirá leyendo, y en el periódico de su propiedad, Ecos de la Costa. Estoy seguro que personalmente dará respuesta o negará lo que yo afirme, e incluso, corregirá alguna de mis afirmaciones.
En los ocho años de mi rectorado se construyó la infraestructura física más importante de la Universidad de Colima en cuanto se refiere a aulas, bibliotecas, laboratorios y espacios culturales y deportivos, así como el primer programa de vivienda para los trabajadores universitarios.
Es cierto que durante el rectorado del licenciado Humberto Silva Ochoa se abrieron varias carreras y bachilleratos en diferentes municipios, pero las clases de las carreras se impartían en aulas de otras escuelas y los bachilleratos trabajaban en las aulas de las escuelas secundarias existentes en los municipios, en el turno vespertino. O sea, se trabajaba en lugares prestados y fue durante mi rectorado cuando se construyeron los edificios, laboratorios y bibliotecas propias de dichas escuelas y bajo el rectorado de Carlos Salazar Silva se construyeron otras.

Es lógico que en el rectorado del licenciado Silva Ochoa no haya habido una gran obra en la Universidad, pues como él mismo ha confesado, no había recursos económicos y se debía recurrir a los créditos bancarios y, en consecuencia, no había con qué construir aulas, laboratorios o bibliotecas, y menos para los espacios deportivos. Por esa razón, el licenciado Silva Ochoa llevó a cabo la campaña de donación de ladrillo para iniciar la construcción de la unidad deportiva; sin embargo, lo recaudado sólo ajustó para hacer la barda perimetral.

A mí me tocó hacer el estadio olímpico, techar su gradería, empastar su cancha, poner la primera pista de tartán en Colima, construir su polideportivo, la alberca olímpica, la primera cancha de futbol rápido en Colima y, además, en este renglón, construir los polideportivos de Manzanillo, Tecomán y Villa de Alvarez, y varias canchas de futbol rápido.
Se explica, pues, que no haya realizado construcciones el licenciado Silva Ochoa, pues su capacidad de gestión en México no fue exitosa para conseguir recursos económicos. Por eso mi rectorado fue diferente, porque gestioné recursos y tuve un manejo financiero eficaz y transparente, lo que permitió que el gobierno federal me diera recursos. Como la SEP veía que los recursos se aplicaban bien, me daban más y la Universidad creció.

Durante mi rectorado, nunca solicité un crédito bancario, nunca se giró un cheque que no tuviera fondos y los cheques de la Universidad de Colima se cambiaban en cualquier comercio del estado. Hubo solidez financiera, hice grandes obras y dejé en caja 60 millones de pesos, depositados en diferentes fideicomisos.

Los últimos informes rectorales del licenciado Silva Ochoa se celebraron en las canchas de basquetbol de la Universidad de Colima, o sea, al aire libre. A mí me tocó construir el paraninfo universitario, inaugurado por el presidente Salinas de Gortari. Por cierto, allí se presentaron los Niños Cantores de Viena. Antes de mi rectorado no se podían realizar actividades culturales en la Universidad, porque se carecía de instalaciones adecuadas para ello. Me tocó construir la primera biblioteca electrónica de América Latina, inaugurada por el presidente Zedillo. Muchas obras de mi rectorado fueron inauguradas por presidentes de la República, precisamente por la importancia y calidad de las mismas. Así, también el presidente Zedillo inauguró el polideportivo y el museo prehispánico de Manzanillo.

Durante los 10 años del rectorado del licenciado Silva Ochoa, ningún presidente de la República inauguró obra alguna en la Universidad de Colima. Era lógico, no había recursos y casi nada se podía construir.

Así, durante mi rectorado, cuando un presidente de la República inauguraba obras construidas durante mi administración, y constataban ellos la importancia de las mismas, aprovechaba yo para solicitarles más recursos para más obras. Un círculo virtuoso propiciado por la efectiva capacidad de gestión.

Además de aulas, bibliotecas, laboratorios, que era lo prioritario construir, también había recursos para la infraestructura deportiva y cultural, porque entendíamos que el desarrollo integral del ser humano es un propósito alcanzable y que, además, la Universidad de Colima es la máxima casa de cultura en el estado y, en consecuencia, debería tener, como ahora ocurre, la más importante infraestructura cultural. Así, durante mi administración rectoral, se construyeron ocho museos, que son orgullo de los colimenses, y que junto con los otros seis que se edificaron durante mi gubernatura, suman 14, por lo que Colima puede presumir de que es la entidad que más museos tiene, en proporción al número de habitantes.

Además, durante mi rectorado se incrementó de manera notable el patrimonio de la Universidad de Colima, se adquirieron la Hacienda de Nogueras, que se convirtió en museo, la Hacienda del Cóbano, y se compraron, en un millón de dólares, cinco propiedades ubicadas en el centro de la ciudad para construir allí la Pinacoteca Universitaria, a la que se dotó de un patrimonio de 700 obras de arte, rescatando para Colima y adquiriendo obra de Alfonso Michel. Antes de mi gestión rectoral, en el estado de Colima existía un solo museo: el María Ahumada de Gómez.

Queda claro, pues, que en mi rectorado hubo capacidad de gestión, una gran infraestructura física, en beneficio de la academia, la investigación y la cultura. En mi rectorado no me robé el dinero, lo invertí en la Universidad y en fortalecer su patrimonio. Algunos dicen que hice obras faraónicas, pero allí están, son de la Universidad de Colima y de los colimenses, no mías. A mis críticos se les hacen faraónicos e innecesarios los polideportivos, los museos, la biblioteca de ciencias, el edificio de rectoría, el Centro Nacional Editor de Discos Compactos, el laboratorio de microbiología en Tecomán, etcétera.

Después de mi rectorado, se han construido en la Universidad de Colima obras muy grandes e importantes. Pero antes, no las hubo.

Durante mi rectorado, la Universidad de Colima tuvo proyección internacional con las tecnologías de información, con la edición de discos, donde fuimos pioneros a nivel nacional con el desarrollo de la investigación médica, que permitió que en 1995, bajo mi rectorado, vinieran a la Universidad el director general de la Unesco y tres Premios Nobel de medicina a discutir, en aquel entonces, el tema del genoma humano. Hace 11 años, la Universidad de Colima ya estaba en la discusión de los temas de hoy: el genoma humano y la informática.

Al inicio de mi rectorado, la Universidad sólo contaba con diez computadoras. Al concluir mi gestión, entregué la Universidad con cuatro mil computadoras y financié a alumnos y trabajadores para que pudieran adquirir cinco mil 500 equipos de cómputo. También incorporamos al padrón de calidad de Conacyt cuatro doctorados y 18 maestrías.
Podemos seguir analizando mi período rectoral, da para más. Los resultados están a la vista. Lo que se hizo durante el rectorado del licenciado Silva Ochoa no lo critico, pero no le fue suficiente para lograr su legítima aspiración de ser gobernador del estado.
Por otra parte, el licenciado Silva Ochoa se queja de que durante mi rectorado había un insignificante convenio económico con el periódico de su propiedad, Ecos de la Costa, y que se publicaban en dicho periódico mucha información y planas de publicidad de la Universidad. Tiene razón el licenciado Silva Ochoa, mi rectorado generaba mucha información porque había mucha actividad académica, cultural y deportiva y era un centro donde se discutían los asuntos que interesaban a la comunidad, al país y al mundo, y eso era lo que se publicaba y publicitaba.

Respecto del convenio económico, me da gusto que el propio licenciado Silva Ochoa lo aclare, porque ese era mi problema con Diario de Colima y su propietario, el señor Héctor Sánchez de la Madrid, quien siempre tuvo la idea de que yo era socio de Ecos de la Costa, y de que le daba grandes cantidades de dinero. El licenciado Silva Ochoa era asesor de la rectoría y tenía una percepción acorde al cargo durante los ocho años de mi rectorado y yo creía que con eso era suficiente, pues yo nunca destiné los recursos de la Universidad para dárselos a los periódicos. Se invirtió el dinero en obras y, además, no fui ni soy propietario o socio de un periódico, ni mucho menos adquirí uno desde la Universidad o desde el gobierno del estado.

Sobre estos temas de la Universidad, espero la respuesta del licenciado Silva Ochoa; de no hacerlo personalmente, consideraré que está de acuerdo con lo aquí expresado.

Respecto a mi desempeño como gobernador, creo que la mejor opinión es la del propio licenciado Silva Ochoa, quien la expresó, en nombre del Poder Legislativo, en respuesta a mi último informe de gobierno, el 1 de octubre de 2003, en la que el licenciado Silva Ochoa hizo una apología de mis años de gobierno y en la parte final concluyó así:
“Quienes asistimos a este acto, conocemos al gobernador y lo apreciamos como un político singular.

“Desde muy joven se inició en la acción política y encabezó importantes luchas populares.

Sabemos y conocemos de su pasión por el servicio público, en el que se ha concentrado toda su vida. Primero como rector de la Universidad de Colima y ahora como gobernador de los colimenses

Nunca ha tenido momento de reposo y siempre ha estado al lado y al frente de los suyos, de los colimenses

El licenciado Fernando Moreno Peña tiene plena conciencia de que gobernar no es sólo generar obras y construcciones materiales sino alentar, coordinar e integrar condiciones propicias para generar confianza e impulsar en forma vigorosa a la sociedad colimense en la ruta hacia nuestra modernización, nuestra democratización y el progreso al que los colimenses legítimamente aspiramos.

Durante su mandato, ha tenido la valentía de llamar a las cosas por su nombre y ha abordado los problemas de frente.

Su dinamismo y entrega por Colima, han sido dos cualidades que han caracterizado a su gobierno.
Sólo el tiempo permitirá juzgar en toda su valía, al gobierno de Fernando Moreno Peña.
Pero las acciones aquí informadas, consignan que es uno de los mejores gobernantes que ha tenido Colima y el mejor de nuestra historia moderna regional.
Colima ha sido reposicionado en este sexenio como una de las entidades federativas con mejor nivel de vida, con mayor apalancamiento productivo y con un ejercicio libre y amplio de los derechos consagrados por nuestro marco jurídico.
Este es el Colima Nuevo que ha consolidado el gobierno que hoy informa”.

Las negritas y cursivas son, precisamente, para destacar lo dicho por el licenciado Silva Ochoa, por su propia voluntad.

Sobre este tema de mi gobierno, no voy a contradecir al licenciado Silva Ochoa, por lo tanto, el debate está concluido, pues en este sentido no tenemos divergencia alguna y agradezco sus elogiosos conceptos vertidos como realmente tienen valor: en público y en nombre de la representación popular colimense.


A PROPOSITO


1.- Buen nombramiento el que hizo el gobernador Silverio Cavazos en la Secretaría de Cultura en favor de Rubén Pérez Anguiano, quien, sin duda alguna, por su talento y vocación cultural sabrá aprovechar esta nueva oportunidad que se le presenta. Rubén es producto de la cultura del esfuerzo y estoy seguro que trabajará con toda disposición y ánimo en pro de la cultura.

2.- He reiterado que el licenciado Silva Ochoa, desde su cargo de secretario de Planeación del Gobierno del Estado, ha propiciado una campaña en mi contra y ahora la inicia en contra del senador priísta Rogelio Rueda Sánchez. Queda claro: un alto funcionario del gobierno del estado ataca a un exgobernador y a un senador priísta.

¿Quién es el rijoso, pues?

3.- Hace unos días, el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, dijo que sólo Dios quita gobernantes. Eso explica la visita que los integrantes de la APPO hicieron al nuncio apostólico para solicitar la mediación del Papa en el conflicto oaxaqueño. O sea, como Ulises dijo que sólo Dios quita y pone gobernantes, se entiende que la mediación es ante Dios y para eso ocupan al Papa.

4.- El presidente Fox desayunó con los niños de la calle el día que tomó posesión y les dijo que les iba a mejorar su condición de vida. Esos niños, ahora jóvenes, aún viven en la calle y en la pobreza.

Pero Fox cumplió con los niños ¡pero con los niños Bribiesca Sahagún, los hijos de su esposa, Marta Sahún!, a quienes sacó de la pobreza

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