martes, 1 de agosto de 2006

¿Por Qué Perdimos La Elección Presidencial?

Hoy reanudo mis colaboraciones de martes y viernes en Diario de Colima, trataré de hacerlo de manera regular y preferentemente, los martes con temas nacionales y los viernes, abordaré asuntos de carácter local.

A un mes de celebradas las elecciones es oportuno reflexionar sobre el tema y destacar que, en la tradición política mexicana, las aguas deberían ya haber tomado su cauce, pero no es así, la alternancia y el gobierno del cambio nos mantienen en la incertidumbre, como ya se ha hecho costumbre en los últimos seis años, tiempo en el que hemos experimentado una democracia sui géneris, caracterizada por la falta de certeza y de conducción política efectiva, en la que hemos transitado con un gobierno desprestigiado y con el debilitamiento de las instituciones por la falta de oficio y el ridículo al que constantemente nos exponen quienes la dirigen, apoyados en el simplismo de que México ha cambiado, de que todo lo pasado fue negativo y de que México se inventó hace seis años.

El gobierno foxista presume de un cambio que no da certeza a nadie, un cambio sin rumbo y sin respeto a la historia y a las instituciones nacionales, un gobierno satisfecho porque, según ellos, México es diferente y se debate en el caos y en el desorden, con una violencia permanente propiciada por la autoridad que reprime a los obreros, como hace cien años, y por el crimen organizado que en medio del vacío de poder, propiciado por la ineficacia gubernamental, ejecuta, a plena luz del día, a miembros de los cuerpos policiacos y de seguridad, llegando al extremo de decapitar a elementos de las fuerzas de seguridad.

Así, llegamos a un mes de las elecciones y, por primera vez en la historia, 30 días no han sido suficientes para saber, legalmente, quién ganó el dos de julio. A un mes de la elección, tenemos tres presidentes, uno que ya se va, y que no quiso pasar a la historia, que lo que quiere es pasar ya a su rancho; otro, proclamado presidente electo por la Maestra Elba Esther Gordillo y el tercero, que se autoproclamó “por la voluntad mayoritaria de los mexicanos”; o sea, México, como nunca, tiene en este momento nada más y nada menos que Tres, Tres, presidentes, pero, por desgracia, ninguno gobierna y los tres generan problemas.

Nos sobran presidentes y nos falta un gobierno. Este es el cambio.

Los números de la elección del dos de julio ya se conocen, pero los resultados de la elección, todavía no los conocemos. Nadie tiene la certeza legal de quién será el presidente, pues la calificación de la elección está en proceso. Nadie sabe si en septiembre, mes de la patria, será el de su sepultura. Nadie sabe si habrá o no, informe presidencial y de haberlo, nadie se imagina dónde. Nadie sabe quién va a dar el grito y dónde. No se sabe si el desfile militar del 16 de septiembre se va a anticipar de fecha y los soldados deban salir a la calle a hacer que marchen otros. Ojalá no suceda así. Ojalá que las fechas patrias no incorporen al calendario cívico oficial de ese mes, días de duelo o de vergüenza nacional.

Esperamos que los promotores de la violencia, como los llama Calderón, o los renegados, en palabras de Fox, no anuncien de manera irresponsable, el uso de otras armas diferentes a las permitidas en el marco legal vigente. Que quienes se autodenominan pacíficos y han acreditado su incapacidad para gobernar, no se dejen gobernar por el yunque de la tolerancia y la represión. Que los empresarios militantes no provoquen al México bronco que los ha hecho ricos y que la pobreza de las mayorías no se agrave con la violencia y la impotencia social de quienes sienten que el gobierno les robó lo único que poseían: su voto y su esperanza de mejorar su calidad de vida.

Así pues, no sabemos qué va a pasar. El candidato del PAN amenaza a quienes no reconocen los números, que le son favorables, y el candidato del PRD amenaza con llevar al país “hasta donde la gente quiera” y no hasta donde la ley lo permita. Por su parte, el gobierno foxista no tiene rumbo ni agenda, están APANICADOS por lo que provocaron: la división de los mexicanos, la lucha de clases, los pobres contra los ricos, los buenos contra los malos, los violentos contra los pacíficos, los del norte contra los del sur, los que ganaron contra los que perdieron, en suma, un futuro de violencia y confrontación, de desencuentros y de polarización entre izquierdas y derechas mediáticas, peligrosas y, además, irresponsables.

Así pues, no sabemos quién ganó, pero sí sabemos que México perdió, se dividió y sus instituciones se desprestigiaron.

No sabemos qué va a suceder. Lo único cierto y seguro es que, de lo que suceda, ya no le van a echar la culpa al PRI, pues este partido no presume que ganó y a ese costo, menos. Los priístas, al igual que México, somos perdedores en esta elección y nosotros somos culpables de nuestra derrota el dos de julio y de no haber podido, en condiciones adversas, recuperar la presidencia de la república perdida hace seis años.

Así pues, la alternancia lo único que nos trajo fue la confrontación y la incertidumbre. A un mes de las elecciones, cualquiera de los dos rijosos que se autoproclaman ganadores, nos quisiera en segundo lugar porque saben que el PRI es factor de gobernabilidad, aun sin tener la responsabilidad del ejercicio del pode ejecutivo.

¿Por Qué Perdimos La Elección Presidencial?

1.- Porque tuvimos una estrategia de medios fallida e insuficiente. En los primeros tres meses de campaña, equivocamos la estrategia mediática y el mensaje no se pudo posicionar, pues prevalecieron los escándalos y las divisiones al interior del partido, por sobre la propuesta del candidato y del partido.

Incorporamos tardíamente al equipo de Carlos Alazraki, quienes no pudieron revertir en el poco tiempo que tuvieron y a pesar de su espléndido trabajo, la campaña mediática del gobierno foxista en contra del PRI y de su candidato a la presidencia.

Fue un error mantener fuera de los medios, los primeros tres meses de la campaña, el apellido Madrazo y tratar, equivocadamente, de posicionar el nombre de Roberto.

Los recursos económicos para medios fueron insuficientes por la injusta multa impuesta por el IFE a nuestro partido, de un mil millones de pesos, por el llamado “Pemexgate”, en el que presuntamente se desviaron recursos de PEMEX al PRI en la campaña de Labastida en el 2000. Se acreditó lo injusto de la multa al no haberse encontrado culpable a ninguno de los presuntos implicados. Hoy, todos están en plena libertad y sin embargo, el PRI entregó un mil millones que pudo haber utilizado en esta campaña.

La campaña mediática de Fox contra el PRI le funcionó. Bueno, a medias. Porque si bien fue factor importante en nuestra derrota, por otro lado, fortaleció a López Obrador a costa del PRI y empezará a pagar las consecuencias. Se equivocó de objetivo y no halla qué hacer con su otro Frankestein, pues a él se le debe el crecimiento de López Obrador.

2.- Perdimos el primer debate.

3.- El conflicto con Elba Esther Gordillo.

4.- El accidentado proceso de selección del candidato presidencial, que incluye la formación del TUCOM, más conocida por este nombre que por el de Unidad Democrática, porque en el fondo más que la unidad y la democracia era Todos Unidos contra Madrazo. La candidatura de Montiel y su escandalosa renuncia. La desgastante perseverancia de Everardo Moreno, que prolongó innecesariamente el proceso interno.

5.- La alianza con el PVEM, que no dio los resultados electorales esperados y que, por el contrario, nos generó al interior del partido el desplazamiento, el malestar y la renuncia al partido de quienes se creían con merecimiento de ser candidatos al congreso de la Unión.

6.- Las deslealtades y traiciones al PRI, con el argumento de que no les gustaba la candidatura de Madrazo y eso propició que hubiera priístas que, en su odio a Madrazo, traicionaran al PRI que los había encumbrado.

7.- Las diferencias al interior del PRI con algunos zedillistas y salinistas, que no se consideraban representados en el PRI de Madrazo. Y esto es cierto. El PRI que compitió en la pasada elección no era ni de Salinas ni de Zedillo.

8.- La salida del partido de neoliberales y neopopulistas, que no se sentían representados por el PRI, que en esta elección no se proclamó de izquierda o de derecha, sino de centro. Ubicación que en un principio consideramos correcta para no ser parte de la polarización, pero la verdad es que la polarización entre ricos y pobres, entre derecha e izquierda, en vez de meternos a la contienda, nos sacó de ella, pues nuestro mensaje no le llegaba ni a los ricos ni a los pobres, pues a los primeros les llegaba más el mensaje de calderón y a los segundos el de López Obrador.

Creímos, equivocadamente, que estar posicionados en el centro y fuera de la confrontación, nos iba a presentar ante el electorado de izquierda y de derecha como una opción que garantizara los acuerdos y la gobernabilidad y en vez de atraer electores de ambos extremos, se nos fueron para ambos lados de la geometría política.

Roberto Madrazo, mal asesorado mediáticamente, perdió su capacidad de confrontación, que lo hacía atractivo como candidato de oposición y en la adversidad, como siempre había ganado antes. Le apostó a la gobernabilidad, a estar fuera de la confrontación en una lección que más que de propuesta, fue de polarización, tanta que aún no termina y nadie sabe cuándo ni cómo, ni a qué costo concluirá. Roberto Madrazo en la derrota fue congruente, maduro y responsable, pues se declaró no ganador de la elección. Nuevamente, optó por no sumarse, para bien del país, a la confrontación electoral que aún padecemos.

Hay otras razones más, que a otros les corresponde analizar y comentar. El viernes hablaremos de los números del PRI, primero los de la elección federal y luego, los de la local.

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