viernes, 8 de diciembre de 2006

La Guerra Sigue

Culminó una etapa de la vida nacional, la elección y la renovación de poderes federal que tuvo como característica la descalificación, la confrontación, la guerra sucia, la crispación social y política, las amenazas, los chantajes, los bloqueos de calles, carreteras, comercios y edificios públicos y privados y por si fuera poco, actos de terrorismo con explosión de tres bombas.
De estos hechos indeseables fueron actores principales el PAN y el PRD, y, desgraciadamente el gobierno del presidente FOX, así como los grupos de extrema izquierda y de extrema derecha que apoyaron a los partidos mencionados.
No obstante lo anterior, el comportamiento de la ciudadanía fue ejemplar, porque los hechos anteriores fueron protagonizados por actores políticos de la jerarquía partidaria de PAN-PRD, así como de legisladores y funcionarios públicos del más alto nivel. Habría que agregar la criticable e indebida intervención de jerarcas religiosos (Don Norberto Rivera) y de líderes empresariales que patrocinaron la guerra sucia.
El PRI le apostó a una campaña de no confrontación, que lo dejó fuera del conflicto electoral y en consecuencia, de la competencia política, caracterizada por la polarización y el encono y que aún no termina.
Así, al ubicarse el PRI en el centro se quedó sin discurso para públicos nuevos o para electores que querían estar con una de las partes en conflicto, porque unos no querían que ganara la izquierda y otros que no ganara la derecha y por lo tanto, la mayoría no votó por un proyecto, sino en contra de un proyecto o de un candidato y el PRI se quedó, únicamente, con su voto duro de 11 millones 700 mil electores, que no fue suficiente para ganar la elección, sino sólo sirvió para ratificar el tamaño del voto leal al PRI, que determina así su piso electoral, que habrá de superar en las 13 elecciones locales del próximo año, como lo ha acreditado en la de Chiapas y Tabasco, al obtener 988 mil votos en ambas elecciones, contra 908 mil del PRD y aliados y 64 mil votos del PAN.
Después del 2 de julio, en las dos elecciones mencionadas, el PRI es el partido que ha tenido mayor número de votos.
El PRI acreditó ser el partido de la legalidad, tanto el día de la elección, como en el conflicto postelectoral y en la toma de protesta del Presidente Calderón.
El PAN y el PRD, en su política de confrontación, incitaron siempre a sus partidarios a posiciones extremas, en las fechas trascendentes siempre se impusieron los “duros” de ambos partidos, ello propició que en varias ocasiones estallara la violencia y se corrió el riesgo permanente de una crisis constitucional.
Sin embargo, los ciudadanos actuaron de manera madura, pues se celebraron elecciones pacíficas y en orden, no obstante los constantes errores de los organismos electorales que no estuvieron a la altura de su responsabilidad.
Los ciudadanos acreditaron en todo momento su rechazo a la violencia, pues no obstante los intentos de los partidos confrontados, no hubo violencia en la jornada del 2 de julio, ni el día del informe presidencial, ni en la calificación de la elección, ni el día del grito el 15 de septiembre, tampoco hubo violencia ciudadana el 20 de noviembre ni el 1de diciembre. El calendario cívico y electoral se cumplió sin violencia ciudadana, únicamente la generada por los actores políticos, sus legisladores y servidores públicos.
La revolución no estalló porque fue una violencia cupular, de la que el pueblo no participó, pero permaneció todo el tiempo en suspenso y con miedo, sobre todo con asombro de ver a los legisladores y líderes de los partidos PAN y PRD, así como a los tres presidentes, el constitucional (Fox) el electo (Calderón) y el “legítimo” (AMLO), de vulgares, bravucones y pendencieros que estiraron al máximo la cuerda que si, por fortuna, no se rompió, fue porque el pueblo no se involucró en el conflicto que aún no termina.
O sea, que unos amenazaron siempre con el uso de la fuerza, pues la soberbia que genera el poder, los hace renuentes al diálogo y a la negociación y siempre trataron de hacer las cosas a su modo, aún sin condiciones propicias para ello, con la intención permanente de acreditar que para eso son gobierno, aunque no tengan el poder, ni la autoridad moral y política para imponerse o para hacerse respetar.
Así se ha comportado la derecha en el gobierno, con el agregado de que ahora usaron los puños y tomaron la tribuna legislativa, para empezar a rebasar por la izquierda, robándoles la elección, el programa y las tácticas de lucha callejera.
Y los otros, los iluminados, los de la izquierda violenta, siempre amenazando, con violar la ley, con no respetar el estado de derecho y mandando al diablo a las instituciones y cobijando a terroristas y delincuentes (APPO)
Felipe Calderón en su breve estancia de cuatro minutos en la tribuna del congreso, observó con preocupación el país que va a gobernar. Prestó protesta al cargo de presidente de la república y vio en el congreso, la crispación política, el conflicto, la violencia, los puños en alto protestando, la fuerza pública (EMP) conteniendo y sosteniendo, las barricadas y los accesos bloqueados, las leyendas insultantes y los gritos contestatarios.
Lo que vio en el congreso es una fiel fotografía de cómo se encuentra el país, de cómo dejó Fox el país y el caos que hereda un gobierno panista a otro panista. Le quedó claro a Calderón de que su primera tarea es “limpiar el tiradero” que ha dejado su partido en el gobierno.
Las propuestas de presupuesto y las promesas de campaña y la mejora en la calidad de vida de la gente, no serán posibles mientras no termine la confrontación partidaria, PAN-PRD, como ya se demostró en la salida de diputados y senadores en las respectivas sesiones del pasado cinco de diciembre, en las que por falta de quórum lo único que se dio fue la continuación del conflicto.
El panista Jorge Zermeño, presidente de la cámara de diputados, abandonó su lugar en la tribuna, para bajarse a su curul a pelear con los diputados y provocar el enfrentamiento, pero sin contar en esta ocasión con el apoyo del estado mayor presidencial, para contener a los diputados, que abandonaron la sesión.
Y ahora el PRD, ante el declive de López Obrador, tienen un nuevo líder, Flavio Sosa, detenido por la presunta comisión de cinco delitos en Oaxaca y contando con el irrestricto apoyo del PRD, que amenazó ya con tomar las 32 plazas principales del país, para demandar la liberación de uno de sus importantes líderes.
Flavio Sosa dice no ser delincuente (¡pues que desperdicio de cara!) y además, afirma ser el primer preso político del nuevo gobierno.
No es así, no es preso político, apenas llega a ser un político preso, que es muy diferente.

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