El tema de los aspirantes no aceptados en las Instituciones de Educación Superior es uno de los asuntos nacionales que cada vez se acentúa más, sobre todo con las políticas educativas y presupuestales de los gobiernos panistas que cada año destinan menores recursos reales a la Educación Superior y cada que se tienen que aplicar recortes al presupuesto, es la Educación Superior la que más reciente la tijera de la Secretaria de Hacienda.
Lo acabamos de comprobar, al anunciarse un recorte presupuestal al sector educativo de 7 mil 180 millones de pesos que afectará a las universidades y a su matricula.
En el caso de Colima, el tema se vuelve recurrente, como cada año, porque se pretende que todos los aspirantes ingresen a la Universidad, lo que no sucede en ninguna parte del mundo y no existe razón alguna para que Colima sea la excepción.
Todas las universidades de los países más ricos y desarrollados y también las de los países más pobres, aplican examen de selección para el ingreso, en Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, Alemania, Japón, etc., etc., existen reglas para el ingreso, y no es porque les falte dinero para crear grupos o crear nuevas carreras, sino porque cualquier Institución Educativa que pretenda la calidad académica practica exámenes de selección y quien no cumple los estándares establecidos, no ingresa.
No hemos sabido que en torno a las grandes universidades de calidad, existan protestas en apoyo de los rechazados, o de padres de familia que se organizan para presionar que sus hijos ingresen, o de políticos que nunca fueron a la universidad y declaran cómo solucionar este problema.
En Colima, también ocupamos el primer lugar mundial en hacer propuesta de cómo solucionar el problema de los aspirantes no aceptados en la Universidad, la mayoría de ellas sin sustento y algunas hasta estúpidas.
Repito: en Colima se pretende que todos ingresen; como deseo es muy bueno y muy loable como propósito, pero como realidad, no es posible.
Hay quienes, con la mayor simpleza, hacen propuestas para superar el problema de los rechazados y sus propuestas van desde destinar más recursos para que se abran nuevos cursos y nuevas carreras; se les olvida que la inversión no es por una sola vez: si se abren nuevos grupos y nuevas carreras, la inversión se duplica en el segundo año, se triplica el tercero, se cuadruplica en el cuarto y así sucesivamente.
Hay quienes proponen que la Universidad reoriente su oferta educativa, que ofrezca otras carreras, pero cada año vemos que los no aceptados son de las carreras de Derecho, Medicina y ahora en Nutrición. En esta ocasión fueron 600 no aceptados, 200 de Derecho, 100 de Medicina y 100 de Nutrición y 200 de las otras 40 carreras profesionales, en promedio 5 por carrera. El problema real es que la mayoría de los no aceptados quieren entrar a Medicina y a Derecho y sería irresponsable incrementar la matricula en Derecho, cuando ya hay otras cuatro Instituciones que ofrecen la carrera de Derecho en el Estado de Colima, mientras que en la carrera de Medicina no se pueden incrementar el número de aceptados porque no hay suficientes espacios clínicos para que los estudiante hagan sus practicas profesionales, porque las Instituciones hospitalarias del Estado de Colima no ofrecen la posibilidad de recibir un número mayor de estudiantes que hagan sus residencias.
Y ese es el verdadero problema de los rechazados en esas carreras, y quienes irresponsablemente abogan porque sean aceptados todos, siempre quieren que sea la Universidad la que asuma el costo de crecer, de abrir carreras, de abrir grupos, de ser flexibles en el ingreso, pero nunca proponen algo que vaya en cargo de los aspirantes como lo es incrementar los requisitos para el ingreso, mayor rigor académico en la selección, etc. Los políticos quieren resolver un problema con medidas populistas, que no se resuelve con buenas intenciones, ni con el ánimo de quedar bien con la gente.
Muchos de los ocurrentes quieren que la Universidad se ajuste siempre a las vocaciones, en varios casos no acreditadas ni comprobadas y en algunas ocasiones equivocadas y en otros, caprichos de padres de familia que forzosamente quieren que sus hijos sean los profesionistas que ellos no pudieron ser.
Para esos ocurrentes, si el estudiante quiere ser Abogado o Médico, no es inconveniente si el aspirante tiene vocación o no, si tiene la aptitud o el perfil que se requiere; el problema se lo quieren cargar a la Universidad y que ésta lo resuelva, y hay quienes, incluso, afirman que la Universidad no tiene por qué reprobar a nadie, que en todo caso, los repruebe la vida cuando ejerzan la profesión, aunque luego apliquen megadosis de vacunas a los niños en el Hospital por no saber administrar el medicamento adecuadamente.
En mis tiempos de Rector, una vez que se publicaban las listas de aceptados, me tocaba recibir a los padres de familia y a los aspirantes, de las 10 de la noche a las 4 de la mañana del día siguiente, con el único propósito de escucharles y ofrecerles otra opción; y en algunos casos, los padres de familia argumentaban que su hijo desde pequeño era muy alegativo y que por eso tenía que ser abogado (mientras el aspirante permanecía callado y el padre alegaba), o porque tuvo un tío abogado que había fallecido en un accidente y que siempre le había dicho al sobrino que fuera abogado; o porque esa era la tradición familiar o también la frustración de que el papá no pudo ser abogado; y había quienes incluso expresaban que su hijo no aceptaba ninguna otra opción, que si no era aceptado en leyes, se iría a trabajar al norte y a lo mejor se haría drogadicto y que no era posible -según algunos padres de familia- que la Universidad permitiera que eso pasara.
Muchas veces los padres argumentaban a favor del hijo y después este regresaba, porque les dábamos la oportunidad de que pensara la segunda opción y yo los volvía a recibir y en muchos de estos casos el aspirante expresaba que quien estaba encaprichado era su papá o su mamá, que el aspirante aceptaba cualquier opción que se le ofreciera.
Me he encontrado algunos egresados que todavía me agradecen que no le haya hecho caso a sus padres y me agradecen también el ser egresados de una carrera en la que les está yendo bien; padres de familia también han recordado esas pláticas nocturnas y el ofrecimiento de la segunda opción y han agradecido que sus hijos hayan terminado una carrera.
Muchos lo han agradecido, ninguno me ha reclamado.
Cada año la discusión es la misma y entran a la Universidad los que tienen que entrar y no le pasa nada a la Universidad, ni a las familias tampoco, siempre hay opciones para el que las quiere tomar y salidas para el que las quiere encontrar y la Universidad tiene cada vez más prestigio y la mayoría de sus egresados, también.
El problema de los no aceptados es un problema estructural, no es de solución fácil o populista, las universidades de calidad no son populistas, son selectivas y establecen criterios para lograr la calidad académica, no andan en la búsqueda de los aplausos de la mayoría demandante.
Y esa es la gran responsabilidad de los Rectores de las Instituciones: saber decir que no. La fuerza de un Rector no está en que acepte a todos, sino en la decisión de aceptar a los que se deba aceptar, eso es lo que fortalece a la autoridad académica, que frente a lo que sea, haga prevalecer lo que académicamente sea pertinente.
A mi me tocó, como rector, implementar muchos de los criterios que ahora se aplican, como el establecer el promedio mínimo de 8 para ingresar a preparatoria o a las carreras profesionales, me tocó establecer el criterio que a los bachilleratos matutinos solo entraran los que tuvieran promedio mínimo de 9, que en el primer semestre nadie podía reprobar la misma materia, ni ocupar dos veces el mismo lugar; que nadie podía repetir el primer semestre, y establecí también que en el primer semestre no se volvía a inscribir quien reprobará más del 50% de las materias.
Me tocó establecer también el promedio de 8 como mínimo para ingresar a Derecho y a Medicina, para los egresados de las preparatorias de la Universidad, de 8.5 para los egresados de preparatorias públicas del Estado (CEBETIS, INSENCO, etc.), de 9 de promedio para egresados de preparatorias privadas del Estado y de 9.5 de promedio en Derecho y Medicina para egresados que venían de otros Estados y a estos que venían de fuera, sólo se les otorgaban 4 lugares, a fin de garantizar la preferencia a los egresados de la Universidad de Colima y a los del Estado.
Y establecer el promedio de 8 para los egresados de la Universidad no era con el ánimo de exigirles menos promedio que otros, sino concientes de que el promedio de 8 en una preparatoria de la Universidad era un excelente promedio, y de las otras, no teníamos la certeza, porque con un 8 de calificación el alumno de la Universidad exentaba.
Estos criterios se preservan y algunos más que otros Rectores han establecido y nunca ha habido manifestaciones, ni huelgas por haberlos implementado, porque en la Universidad de Colima priva la cultura de la superación y la mejoría académica y sobre todo, porque no se tomaban medidas populistas y las decisiones no se toman con base en los malos estudiantes, sino con base en los buenos estudiantes que, por fortuna, son la mayoría.
Ahora, las cosas las quieren complicar ¿y cómo no?, si hasta les quieren dar beca a los rechazados y ya por eso muchos quieren ser rechazados.
Y la solución no está únicamente en el incremento a la matrícula, la Universidad nunca ha detenido su crecimiento, el Rector Aguayo la recibió con 21 mil estudiantes y en 4 años ya tiene 25 mil alumnos, ha tenido un incremento de mil alumnos por año, la Universidad ha cumplido con su parte.
Hay quienes piensan que creando más grupos de bachillerato se resuelve el problema y no es así; por el contrario, se agrava, porque en tres años habrá más egresados que estarán demandando un espacio en el nivel superior, pero la Universidad lo único que puede hacer con esta medida es tener un mayor universo para su selección y no más.
Hay quienes creen que los semestres cero son la solución, cuando únicamente sirven como guardería o como una instancia de regularización para quienes vayan deficientes en las materias básicas, y otra vez volvemos a crear grupos para los deficientes, porque a algún populista se le ocurrió quedar bien con los no aceptados.
No hay que olvidar que hubo quienes afirmaron que con la creación de la Universidad Tecnológica de Manzanillo se solucionaría el problema de los rechazados. Yo en su momento dije que no, porque entre otras cosas ni ofrecen Derecho, ni ofrecen Medicina, que es el problema de los no aceptados en la Universidad.
El gobierno del Estado ha ofrecido durante esta administración gubernamental apoyar a la Universidad a solucionar este problema. Yo creo que éste no es un problema de la Universidad, porque esta institución tiene muy claro sus criterios de ingreso y selección. El gobierno del Estado debería de apoyar económicamente a la Universidad en mayor medida, porque, repito, en los últimos 4 años ha aumentado en 4 mil alumnos su matrícula y el porcentaje de incremento presupuestal de gobierno del Estado para la Universidad no ha correspondido con el esfuerzo que ha hecho nuestra Máxima Casa de Estudios.
Ahora, el que el gobierno le entregue a tiempo a la Universidad el presupuesto que le corresponde, es un gran apoyo a la Universidad de Colima, porque el presupuesto es como la justicia, para que sea tal debe de ser pronta y expedita.
A Propósito…
1.- La licenciada Beatriz Paredes permanecerá como Presidenta del Partido y en cuanto a la Cámara de Diputados, Francisco Rojas será el coordinador de la fracción priísta y Beatriz Paredes será únicamente Diputada Federal y además, Presidenta del PRI por decisión propia, porque, legalmente, no tiene ningún impedimento.
www.aproposito2004.blogspot.com
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