Las Compras Sospechosas
Jorge Humberto Silva Ochoa: en tu escrito publicado el pasado 6 de octubre de 2010, en el periódico de tu propiedad, Ecos de la Costa, afirmas, en referencia a un escrito anterior de mi autoría:
“Respecto al tema de la universidad y sus finanzas, es cierto lo que dices. En mis 10 años como rector, deliberadamente no participé en operaciones comerciales sospechosas. Y no lo hice por una razón: la sociedad colimense, el gobierno del Colima y el gobierno federal apoyaron, firmemente, el desarrollo de nuestra máxima casa de estudios. No tuve, pues, necesidad de realizar adquisiciones de bienes inmuebles porque tuve la suficiente capacidad de gestión para lograr que se donaran los terrenos que requería la universidad para su expansión.”
Efectivamente, bajo tu rectorado, en el que fui uno de tus más cercanos colaboradores, se regularizaron varios predios que ya estaban en poder de la Universidad desde muchos años antes. Entre ellos están los terrenos de las Víboras, el de 27 de septiembre, los terrenos agrícolas de Tecomán, donde ya existían instalaciones universitarias y se logró su escrituración.
Estos logros fueron muy importantes, porque eso permitió que bajo mi rectorado, y los siguientes, se pudieran construir grandes edificios e instalaciones deportivas decorosas.
Como bien sabes, al concluir tu rectorado, no existían los grandes edificios que hay en la actualidad en dichos terrenos: el paraninfo, la sala anexa, el polideportivo, la alberca olímpica, la pista de tartán, las canchas de futbol rápido, el museo de artes populares, el edificio para la escuela de danza, el edificio de Rectoría, el laboratorio de ciencias de la tierra, el de Biomédicas, la Biblioteca Miguel de la Madrid, los edificios de investigaciones sociales, el edificio de vinculación, la guardería infantil, los edificios de posgrado, el edificio de egresados, los talleres de letras y comunicación, etc., etc.
Esta relación es tan sólo de esos dos terrenos; por lo demás, Jorge Humberto Silva Ochoa, te consta que todos los polideportivos y museos de la Universidad se construyeron durante mi gestión.
Ningún edificio de dos pisos o más se construyó durante tu administración en los terrenos que se regularizaron; por eso, cobra valor el dicho popular que dice que el único edificio de más de dos pisos que construiste bajo tu rectorado fue el de Ecos de la Costa.
Efectivamente, Don Miguel de la Madrid Hurtado, siendo presidente de la república, donó los terrenos donde está situado el campus Coquimatlán y si te das una vuelta por esas instalaciones, te darás cuenta bajo qué rectorados se construyeron la gran mayoría de los edificios; en este sentido, parece que únicamente dos, se hicieron en tu rectorado, de los más de 30 edificios que hoy existen.
Recordarás también que el edificio principal, que era una estructura de acero, permaneció así durante muchos años y que fue bajo mi rectorado, que el presidente Zedillo inauguró la reconstrucción de esas instalaciones.
Es cierto que bajo tu rectorado se consiguieron terrenos para futuras construcciones que a otros rectores nos tocó llevar a cabo; también reconozco tu capacidad de gestión, a mí me tocó ser parte de ese equipo de trabajo en el que siempre buscamos el beneficio para la Universidad.
Te preciso que la donación del antiguo hotel Casino fue gestionada por la Universidad en tu rectorado, pero, como bien sabes, se escrituró al gobierno del estado y a mí me correspondió lograr que se escriturara a nombre de la Universidad e invertir los recursos para convertirlo en museo.
Sobre “compras sospechosas”, que, según dices, nunca se dieron en tu administración, volvemos al problema de la memoria, pues se te olvida el gran debate mediático que hubo por dos operaciones en las que participaste: una fue la de la famosa letra de cambio que suscribiste como secretario general de la Universidad, que incluso fue un debate nacional, al salir publicado en el Excélsior.
Y la otra fue no sólo la compra del cabezal del Ecos de la Costa, sino la construcción del edificio del Ecos de la Costa, que no existía cuando compraste a la familia Macedo el cabezal mencionado y cuyo edificio se construyó, coincidentemente, durante tu periodo rectoral, y ese fue también un gran debate, porque hubo quienes afirmaron que se había construido con dinero de la Universidad de Colima, estos dos hechos fueron, como tú dices, para algunas personas, muchas o pocas, “operaciones sospechosas”, aunque para mí no lo fueron jamás.
Pero siempre hay gente que por falta de información o porque tiene falsa información, sospecha de las operaciones inmobiliarias que se realizan y más cuando los actores son, o han sido, funcionarios públicos, pero no has sido ajeno a esos debates y discusiones que han considerado que realizaste operaciones sospechosas en eso dos casos mencionados, pero, reitero: yo no comparto esa sospecha.
Es lo mismo que ha sucedido en otros casos relacionados con la Universidad de Colima, cuando ha adquirido propiedades, pues siempre hay quienes sospechan de esas operaciones.
Aquí lo curioso es que habiendo tú padecido esas sospechas en operaciones inmobiliarias, ahora seas tú quien acusa a rectores universitarios de “operaciones sospechosas”.
Y no es que unas se hayan hecho bien y otras mal, sino que responden a momentos distintos de la Universidad, con circunstancias y realidades diferentes, por eso es lamentable que tú alientes las sospechas, si bien sabes por experiencia propia el daño que éstas hacen a la Universidad y a sus representantes.
Si en su momento dado, juntos defendimos a la Universidad de sospechas mediáticas, ahora, de manera separada, si bien puedes no tener disposición para defender a la Universidad, lo menos que puedes hacer es no ser corresponsable en alentar esas sospechas.
Porque te debe quedar claro como ex Rector que, en materia de ataques y sospechas, no puedes decir que una cosa es el Rector y otra la Universidad, porque como tú dijiste en aquel tiempo: el jefe nato es el Rector, aunque entiendo que eso ya no lo aceptas ahora.
No hay duda: el desarrollo de la Universidad se debe, fundamentalmente, a un trabajo que ha tenido continuidad y que ha tenido como actor principal a la comunidad universitaria en su conjunto, que quienes hemos sido rectores, hemos tenido el privilegio de coordinar un trabajo colectivo y tomar las decisiones que han hecho crecer y avanzar a la Universidad, gracias al trabajo de muchos.
A partir del Licenciado Herrera Carrillo, administración rectoral a la que nos incorporamos tú, yo y otros más, se empezó a diseñar y a construir lo que debería de ser, y es, la nueva Universidad de Colima y durante muchos años enfrentamos desafíos externos e incomprensiones en el empeño por transformar a la Universidad.
En las primeras etapas del crecimiento de la Universidad, enfrentamos juntos la embestida de quienes por temor, ignorancia sobre el papel de la universidad pública o por otras razones políticas, personales o de competencia periodística, querían impedir, detener o retrasar, el avance de la Universidad en su nueva etapa.
Recuerdo que siempre reflexionábamos juntos que era grave que ciudadanos colimenses atacaran a la Universidad de Colima o a sus autoridades y sobre todo, a su Rector.
Recuerdo, cuando Doña Griselda Álvarez en su amplia disposición a la Universidad y a la cultura, nos permitió a un grupo que tú encabezaste, redactar el proyecto de la ley orgánica de la Universidad, que ella presentaría como iniciativa ante el congreso. Recuerdo como defendiste apasionadamente y lograste que en el texto quedara asentado que el Rector era el jefe nato de la Universidad; eso estuvo muy bien mientras tú fuiste el Rector, aunque después de ti, ya no lo has querido aceptar.
Y esa es la razón principal de tu molestia con los rectores que te sucedimos: que desde que dejaste de ser Rector has pretendido influir en las decisiones que toma el Rector de la Universidad, en nombre de la comunidad que representa.
Las atribuciones que el Rector de la Universidad ha tenido y tiene a partir de la Ley Orgánica aprobada por el congreso del estado durante tu periodo rectoral, son las mismas, no se han incrementado, lo que pasa es que sigues pensando que fueron diseñadas para ti.
Bien dices en tu respuesta lo siguiente: “Es verdad que me nombraste asesor durante tu gestión como rector. Desgraciadamente, nunca me pediste mi opinión sobre tu desempeño como responsable de una comunidad académica. Y lo cierto es que sí te recomendé que buscaras la candidatura a gobernador.”
Es cierto: las decisiones, errores y aciertos habidos durante mi gestión rectoral fueron únicamente míos, en mi carácter de Rector, porque así es la realidad de la Universidad. Un hecho que no has entendido: que bien o mal, el Rector es quien toma las decisiones y nadie ajeno al ámbito legal de responsabilidad debe intervenir.
Debo reconocer que durante mis ocho años de Rector no hubo conflicto alguno entre tú y yo, porque tú fuiste respetuoso de mi investidura, vi con simpatía tu aspiración a la gubernatura y siempre creí que si Luis Donaldo Colosio hubiera sido presidente, tú hubieras sido gobernador de Colima y como Rector, siempre apoyé tu aspiración con Colosio, pero el destino malogró a Colosio y también a sus amigos.
Al final de mi rectorado, te molestó que el Rector hubiera sido Carlos Salazar Silva, como también después te molestó que el Rector hubiera sido Miguel Aguayo López.
Tu molestia con Carlos Salazar fue tal, que como secretario general de gobierno, durante mi administración gubernamental, instrumentaste una campaña en contra de su rectorado y fue precisamente en un desayuno de la lealtad, donde públicamente, en mi carácter de gobernador, deslindé y desautoricé cualquier ataque de un funcionario de mi gobierno a la Universidad, incluido tú, por supuesto.
En la actualidad, has emprendido, en el periódico de tu propiedad y en la columna en la que has aceptado y reconocido que eres corresponsable, una campaña en contra del Rector Miguel Aguayo y de la Universidad de Colima.
Afirmas que yo he peleado con los dos últimos gobernadores, ese punto ya te lo aclaré, pero tú te peleas con los rectores, lo mismo que hiciste con Carlos Salazar, lo haces ahora con Miguel Aguayo.
Juntos tú, yo y otros, aprendimos a defender a la Universidad y a sus autoridades y es cierto lo que dicen algunos de tus empleados, que también lo fueron míos, que ante ataques periodísticos contra tu rectorado, yo salí a la defensa y que eso me enfrentó por muchos años al medio de comunicación donde ahora escribo.
Pues sí: yo siempre he defendido a la Universidad y a sus rectores, siempre he sido congruente en ese propósito y tú no. Eso está muy claro.
Es lamentable que alguien que fue jefe nato y Rector de la Universidad, ahora la emprenda, con razón o sin razón, en contra del Rector y de la Universidad.
Tus motivaciones las conozco, pero ninguna es superior o válida para agredir mediáticamente al Rector y a lo que él representa.
Ni tus meritos como Rector, ni los míos, que también lo fui, son superiores al compromiso que tenemos tú y yo de respetar y defender a la Universidad de Colima, que tanto nos dio, y eso incluye respetar a quien la representa, o sea, a su actual Rector.
Porque resulta lamentable que si antes defendimos a la Universidad de políticos, de ignorantes, de grupos que la veían como un peligro por su crecimiento y calidad y que con insidia la atacaban y acosaban; ahora, sea amenazada por exrectores irresponsables
No cabe duda que la Universidad es tan grande y generosa, que de las cosas menores que ha hecho fue mantenernos unidos en su defensa, pero ahora, tus reiterados ataques a la Universidad y a los Rectores, nos han distanciado.
Porque no nos distanció tu aspiración a la gubernatura, porque una vez que fracasaste en el intento, regresaste a seguir colaborando en mi gobierno y al final, cuando nos despedimos en ese tramo de nuestra vida, al escuchar tus palabras elogiosas y sentidas, pronunciadas como coordinador del congreso local el 1 de octubre de 2003, cuando aseveraste que fui el mejor gobernador en la historia moderna de Colima, entendí, quizá equivocadamente, que tú y yo estábamos en paz,
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