Hoy viernes, a partir de las 10:30 horas, en el auditorio Plutarco Elías Calles, del PRI nacional, se celebra la XV asamblea extraordinaria del Consejo Político Nacional de este partido, siendo ésta la primera asamblea que se celebra después de la derrota del PRI en la elección presidencial. De allí su importancia, porque se va a definir en los hechos, si los priístas vamos a transitar en esta difícil etapa del partido por el camino de la unidad o por el de la confrontación interna, que fue una de las causas de nuestra derrota.
En este momento de confrontación nacional, entre el PAN y el PRD, que juntos representan el 71 por ciento de la gente que voto en estas elecciones, más el abierto enfrentamiento entre el gobierno federal y el del Distrito Federal, el PRI debe acreditar su madurez y enviar un mensaje a su militancia, a través de su máximo órgano de gobierno, de que hemos escogido el camino del diálogo interno, el análisis sereno del las causas de la derrota del partido, y de un mensaje de unidad que satisfaga a la militancia, le de ánimo e iniciemos el camino de la recuperación a partir de la elección del próximo domingo en Chiapas y en el mes de octubre en Tabasco.
Nada bueno traería al PRI y al país, el que nos sumemos al ambiente de guerra y descalificación que priva en la política nacional y seamos un partido dedicado más a pelearse y destruirse internamente, que a aportar la experiencia y el oficio político que la gobernabilidad del país requiere en este momento.
Porque si bien es cierto que vamos a participar en el Congreso de la Unión con las bancadas más reducidas en la historia política del PRI y de México, también lo es que en estos momentos de la vida nacional, en nuestro caso, la respuesta y la aportación no es tan sólo cuantitativa, sino en el compromiso con los 11 millones 700 mil electores que decidieron votar por el PRI para que los representaran en el congreso federal y que lo hicieron a sabiendas de que el PRI, en esta elección, no le apostó a la confrontación ni a la descalificación, sino a una propuesta de gobierno ubicado en el centro de la geometría política, con la posibilidad de lograr los acuerdos que propicien las reformas estructurales que el país requiere.
También es cierto que esta postura de centro, y el no haber entrado al conflicto y la polarización, nos dejó realmente fuera de la competencia en una elección que se caracterizó, primordialmente, por su alto grado de confrontación y polarización entre panistas y perredistas, misma que aún no concluye y que muchos que votaron por estos rijosos, están arrepentidos de haberlo hecho y se dedican ahora a hacer llamados a la concordia, al diálogo y la serenidad política.
Este es el camino escogido por el PRI y que, aun en la derrota y en el tercer lugar como fuerza política, lo ubica como el partido garante de la gobernabilidad y el que tiene la posibilidad de decidir con quién hacer mayoría en el congreso de la unión. Esa es, precisamente, la fuerza del PRI y no la va a desperdiciar en luchas internas porque no sólo decepcionaría a quienes votaron por nosotros, sino a quienes en este momento ven en el PRI la madurez y la sensatez que tanta falta hacen en la política nacional.
Además de lo anterior, esta reunión del consejo político nacional es muy importante porque hay dos puntos de acuerdo que serán sometidos a la consideración de los consejeros, el primero de los cuales se refiere a la autorización a Mariano Palacios Alcocer, presidente del CEN del partido, para que convoque a una asamblea nacional; el segundo habla de la prórroga del mandato del propio Palacios Alcocer y de Rosario Green como secretaria general, hasta la elección de una nueva dirigencia para un periodo estatutario de cuatro años. Asimismo, para que conduzca la asamblea nacional y junto con la Comisión de Procesos Internos, convoque a la elección de la nueva dirigencia en una fecha que no deberá pasar del 4 de marzo del año entrante, a menos que las condiciones políticas del país no lo permitieren.
Se trata de que la dirigencia actual, electa para un nuevo interinato, no esté atada a fechas fatales, dado el clima de inestabilidad que ha generado la etapa postelectoral y que sea, precisamente, en esta etapa en que el PRI tenga una dirigencia política que de certidumbre y conducción firme, tanto a nuestra militancia y a los grupos internos, como hacia la sociedad en su conjunto, y, sobre todo, a las demás fuerzas políticas y a los gobiernos en todos los niveles. El PRI trata de fortalecer las instituciones en momentos en que tal parece que otros tratan de acabar con ellas.
Por eso es tan importante que los priístas seamos capaces de llegar a acuerdos y, especialmente, de tener gobernabilidad interna, porque sólo así seremos capaces de demostrar a la sociedad que somos realmente un partido vigoroso, responsable y unido, dispuesto a participar serenamente y con alto sentido de responsabilidad en los difíciles días que vivimos. ¿De qué otra manera puede acreditar un partido su capacidad para participar en la vida política del país, y sobre todo en su gobernabilidad, si más que un partido es un conjunto abigarrado de tribus que disputan cada espacio existente?
La permanencia de Mariano Palacios y Rosario Green en la dirigencia nacional del PRI, más que un deseo personal de ambos es el propósito de servir al partido y no entrar en este momento a generar incertidumbre sobre la dirigencia del partido que tiene como fecha de término de su interinato la calificación de la elección presidencial y no podemos llegar a ese día, a más tardar el seis de septiembre, para empezar a discutir y consensar sobre una nueva dirigencia que posteriormente deberá convocar a una asamblea y a una elección.
Se trata de aprovechar la experiencia política de Mariano Palacios, sus atributos y su capacidad para ser el punto de equilibrio entre los diversos grupos, fuerzas, corrientes de opinión y personalidades existentes en el partido. Asimismo, el respeto y reconocimiento que le otorgan las demás fuerzas políticas del escenario nacional. En suma, es un hombre prestigiado dentro y fuera del partido.
No tendría sentido llegar a una polarización para poner a una dirigencia que duraría unos meses y después, nuevamente, una disputa o consensos para una dirigencia de largo plazo, cuando hemos alcanzado consensos con los gobernadores priístas sectores y organizaciones del partido, así como con los dirigentes estatales y organizaciones adherentes para que sea nuestra actual dirigencia la que conduzca al partido, conforme a los mejores intereses del PRI, en este escenario inédito en la vida política del país.
¿Y dónde está Calderón?
AMLO aparece a diario en las primeras planas de la prensa nacional y, como ya lo dijimos hace unos días, sigue poniendo la agenda nacional como lo hizo los último seis años. En esta columna anunciamos la posibilidad de que AMLO tomara las carreteras y, coincidentemente, el mismo día que lo publicamos, abrió las casetas de cobró de las autopistas que llegan al DF. Hace ya dos semanas dijimos en este mismo espacio que el uno de septiembre AMLO tomaría el palacio legislativo y trataría de impedir que Fox rindiera en paz su último informe. Dijimos también que daría el grito en el zócalo el 15 de septiembre y que provocaría al ejército mexicano para el 16 de septiembre.
AMLO nos dio la razón a cabalidad. Y eso me preocupa, porque confirma todo lo que he dicho de él, de que si no se actúa como él dice, la resistencia civil será permanente.
El presidente de la república no está acreditando estar a la altura de las circunstancias, declara en vez de actuar y cuando se decide a hacerlo, regularmente cae en el juego de AMLO, como acaba de suceder al utilizar al Estado Mayor Presidencial para impedir un plantón afuera del palacio legislativo que se convirtió, más que nada, desde el punto de vista mediático, en un acto de represión a legisladores federales con fuero, que en un acto de advertencia o de prevención, de que la fuerza pública está para defender a las instituciones y, en su caso, las resoluciones que emita el TRIFE.
O sea, antes de que el TRIFE resuelva, ya usaron la fuerza pública federal para nada, es decir, sin resultado positivo ni causa política que lo valiera. Exceso de fuerza, usada a destiempo, lo que da al perredismo beligerante la oportunidad de asumir, una vez más, el papel que mejor desempeñan: el de víctimas y, además, los vacunan para cuando quieran usar la fuerza pública en su contra.
Más que usar la fuerza pública en este caso para tomarle la medida al PRD. Sirvió para que el PRD le tomara la medida al gobierno federal y a Calderón.
¿Dónde está Calderón? Por lo pronto, lo borraron de los medios, mientras el presidente Fox, innecesariamente, enseña sus cartas a destiempo: entregar la presidencia a Calderón al costo que sea. Debería esperarse a que el TRIFE resuelva, para si decide usar la fuerza pública, tenga una razón legal y que valga la pena.
Nunca he estado de acuerdo con el uso de la fuerza pública para asuntos de esta naturaleza y menos en esta etapa postelectoral, cuando lo que se debe privilegiar es el diálogo para que cuando se de la resolución del TRIFE se evite el uso de la fuerza pública. Porque en estas condiciones usar la fuerza pública antes de la resolución, lo único que nos anuncia es que después no habrá nada que les impida usarla a discreción, y las consecuencias de usarla fuerza pública antes que el diálogo, siempre han sido negativas.
¿Y dónde está Calderón?
Esta pregunta es oportuna porque en la elección de los dirigentes parlamentarios del PAN a las dos cámaras federales, los duros del PAN, representados por Manuel Espino y el Yunque que representa, nombraron a Santiago Creel y a Héctor Larios, para el senado y la cámara de diputados, respectivamente, sin tomar en cuenta a Calderón, quien tenía otros candidatos. Eso significa que le impusieron a Calderón a los coordinadores de ambas cámaras o, de plano, andaba tan escondido que no lo hallaron para preguntarle su opinión. Está claro que el presidente Fox impuso a Santiago Creel y Manuel Espino hizo lo propio con Héctor Larios, aprovechando la ausencia política de Calderón, o su debilidad frente al protagonismo de AMLO, que lo obliga a aceptar que el presidente Fox le haga la tarea tanto en su defensa, como en el nombramiento de los coordinadores parlamentarios.
Se escogió a Santiago Creel por ser, precisamente, enemigo político de Calderón y representante del grupo panista que está de salida y que aprovecha la debilidad y la ausencia de Calderón para ponerle candados que, sobre todo, contribuyen a debilitar su imagen, ya de por sí menguada por AMLO, no obstante, según el IFE, haber ganado la elección. No aparece en los medios y la agenda de lo que resta de este sexenio y del próximo, la sigue fijando AMLO, quien ya anunció la transformación de las instituciones del país y la purificación de la vida nacional, así como la celebración de la Convención Nacional Democrática que se instalará en el zócalo el 16 de septiembre para saber qué opinan los pueblos de México y dar fin a lo que AMLO llama: “la república simulada”.
O sea, AMLO ya fijó la agenda y tiene trabajo para los próximos seis años y anunció también que el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
O sea, AMLO, ante la ausencia de Calderón, le va a modificar el gobierno que el panista dice que ganó. Así pues, la ausencia de Calderón hace que quienes den la cara y actúen por parte del PAN sean los duros de ese partido y muestren el “yunque” con el que habrán de hacer valer la resolución del TRIFE, que según palabras del propio presidente Fox: “una vez que el TRIFE resuelva, tomará las medidas necesarias para garantizar que quien resulte electo asuma el cargo”. Lo malo es que después de esta frase, el presidente Fox afirma lo siguiente: “Y AMLO debe asumir su responsabilidad”. O sea, está anticipando quien va a ganar, quien debe asumir sus responsabilidades de perdedor, porque más adelante enfatiza: “el pueblo juzgará a AMLO si no desaloja Reforma”. Yo creo que el pueblo va a juzgar, también, a Fox si no desaloja Reforma y Oaxaca.
Por lo anterior, puedo afirmar que en la ausencia de Calderón, los duros del PAN están actuando y por las medidas anunciadas por AMLO, los duros del PRD también están actuando. Y eso es muy grave para el país. Y más lo es saber en todo momento qué hace AMLO y desconocer del todo qué hace y dónde está Calderón.
Porque únicamente supimos que se reunió con la maestra Elba Esther, quien lo declaró presidente electo de México, con Víctor Flores, el líder ferrocarrilero y con un líder de electricistas que resultó apócrifo. No sabemos qué negociaciones ha hecho, qué alianzas ha tejido, con quién de los no convencidos se ha reunido, con qué dirigentes de partido ha platicado.
En suma, con quién, más allá de su entorno y su búnker ha establecido compromisos que le den gobernabilidad política si la resolución del TRIFE le es favorable, como todo parece indicar. El propio Fox así lo aseguró. Y es más, AMLO ya anunció que debemos prepararnos para la imposición de Calderón. Hasta el propio AMLO lo da por hecho. Por eso, su lucha es por la construcción de la “nueva república” donde no tengan cabida los ricos y las clases medias de este país. Y la única manera de que acabe con los ricos es que los corra del país o les quite lo que tengan, mediante expropiaciones populares, aprobadas en “asambleas informativas” donde sólo él cuenta los votos, sin la intervención de ninguna autoridad legalmente constituida que le haga perder la votación.
Ya aprendió a no confiar en nadie.
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